Las recientes elecciones en Ontario, la provincia que con cerca de 13 millones de habitantes es la más populosa de Canadá, ha dado lugar a una serie de opiniones y análisis en la prensa canadiense sobre el significado de sus resultados.
Esas elecciones generales en Ontario fueron convocadas el 2 de mayo y se celebraron el 12 de junio de 2014.
El Partido Liberal, encabezado por Kathleen Wynne, ganó en las urnas, logrando una mayoría de escaños en la legislatura. Con esa victoria, Wynne continuará en el cargo de primera ministra provincial, con la ventaja de pasar de ser un gobierno minoritario a uno mayoritario.
Los conservadores progresivos, liderados por Tim Hudak fueron derrotados. Tras ese resultado electoral, Hudak anunció su dimisión como líder de los conservadores en Ontario.
El Nuevo Partido Democrático bajo Andrea Horwath acabó en tercer lugar, a pesar de haber aumentado su caudal en la votación popular.
En las páginas del periódico The Globe and Mail, el columnista Lawrence Martin publicó este martes un artículo de opinión bajo el título. “Si la lógica prevaleciera, Stephen Harper dejaría el espacio a otro”
Lawrence escribe que, teniendo en cuenta el resultado de las elecciones de Ontario, las posibilidades de que el primer ministro de Canadá, el conservador Stephen Harper se retire, han aumentado, según las palabras de un veterano conservador.
Sin embargo, aunque tiene sentido desde distintos puntos de vista que el primer ministro se dé cuenta de que casi diez años en el poder son suficientes, nadie espera que Harper tome semejante decisión.
Los resultados de la elección en Ontario son un rechazo a las recetas conservadoras. El electorado le concedió una mayoría a un Partido Liberal que se inclina a la izquierda y la tendencia indica un creciente distanciamiento de los conservadores, no sólo a nivel provincial, sino también a nivel de la gran ciudad de Toronto, donde los votantes están disgustados con el alcalde Rob Ford, y a nivel federal se constata que el primer ministro Harper ha perdido terreno ante los liberales de Justin Trudeau.
No es necesario leer el futuro en las hojas de té para ver el mensaje. Casi nadie habla de ello, pero estas y muchas otras razones indican que Harper debe contemplar su futuro seriamente, dice el comentarista Lawrence Martin en las páginas del Globe and Mail.
Es posible que pueda recuperar apoyo suficiente como para lograr una victoria minoritaria en las elecciones del próximo año. Pero, ¿qué conseguirá con ello? Los partidos de oposición no tardarán mucho en unirse para sacar del poder a ese gobierno minoritario.
En cuanto a la posibilidad de que el conservador Harper logre ganar otro gobierno mayoritario, esto tiene tantas posibilidades de ocurrir como el que renuncie al poder.
¿Por qué escogería el camino de una nueva elección cuando podría retirarse ahora con la gloria de un conquistador y con un sitial garantizado en el panteón de las estrellas conservadoras? Su legado es el de haber unificado las facciones conservadoras en guerra; el de haber llevado al Partido Conservador a tres victorias electorales y sólo una derrota; de haber logrado un avance de la derecha canadiense en muchas áreas importantes.
El columnista Lawrence Martin continúa preguntándose en las páginas del periódico The Globe and Mail, si el primer ministro Harper de verdad quiere arriesgarse a correr la suerte de tantos otros líderes intoxicados por el poder que quisieron aferrarse al poder y acabaron pagando las consecuencias.
¿De verdad quieren arriesgarse a una última humillación, que sería una derrota a manos del joven líder liberal Justin Trudeau?
Cualquier líder contemporáneo que ha estado en el poder por casi una década se enfrenta al obstáculo de la fatiga del electorado.
No ocurre como en el pasado en que la cobertura de prensa era limitada. Ahora, los líderes están en la mirada del público todos los días. Y quienes quieren un cambio no son solamente los que sienten que el primer ministro Stephen Harper encabeza un gobierno autoritario y que moralmente está en la bancarrota. Hay en Canadá un sentimiento más generalizado de que él ya ha estado por suficiente tiempo en el poder y que es el turno de otra persona.
Harper está convencido de que su manejo de la economía lo salvará. Su gobierno se jacta de sus resultados todos los días de la semana. ¿Pero cuánto impacto tiene esto?, se pregunta el columnista del Globe and Mail. Esto porque en los últimos dos años el nivel de apoyo a los conservadores se ha mantenido inmóvil en el 30 por ciento en las encuestas.
Todos estos elementos indican que el primer ministro debe llamar este otoño a una convención para renovar la dirección del Partido Conservador. Harper debe organizar una transición ordenada y recibir las alabanzas de los conservadores de todo el país.
Sin embargo, en la olla hirviente de poder, la lógica de una persona no necesariamente coincide con la de otra. Lo que ocurre a menudo es que la lógica es sacrificada a la ambición, a la eminencia de un alto cargo.
Son los lacayos los que rodean al gran jefe, diciéndole al oído lo que él quiere oír.
Hay demasiados obstáculos para ver la situación objetivamente. Y las probabilidades de que Harper deje el poder no son más que una en diez, dice finalmente el columnista Lawrence Martin en el Globe and Mail.
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