En nuestra crónica dominical esta semana vamos a terminar con nuestra serie de reportajes para comprender la vida y su evolución en tres grandes ideas. En nuestro primer reportaje abordamos la emergencia, que permite comprender la naturaleza fundamental de la vida. En el segundo hablamos de la contingencia, que permite comprender por qué la evolución es tan imprevisible y produce tanta diversidad. Y en este tercer y último reportaje, después de la contingencia y la emergencia llegamos a la selección natural, un concepto clave en biología.
Con la idea de la selección natural entramos más de lleno en lo concreto, más que con la contingencia y la emergencia. Varios pensadores consideran que la teoría de la selección natural es quizá la idea más grande y más brillante jamás propuesta por el ser humano.
La selección natural está ineludiblemente asociada con Carlos Darwin que la publicó en 1859. Es una teoría que hace que aún en la actualidad la biología sea una verdadera ciencia coherente y potente que se aplica tanto a nivel molecular como en los ecosistemas.
Es muy importante dejar claro de entrada que Darwin no inventó la selección natural. Él descubrió un mecanismo que existe desde que la vida existe sobre la Tierra y que existe probablemente si la vida existe en otro lugar que la Tierra.
Darwin descubrió ese mecanismo y propuso una teoría que lo describe y lo explica. Pero una de las grandes dificultades con esta teoría es que es justamente simple y nosotros pensamos que la comprendemos pero está plagada de matices, nos explica Cyrille Barrette biólogo y profesor en la Universidad Laval de Quebec.
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