Investigadores canadienses pueden haber encontrado una nueva clave para entender el estrés post traumático. Todo gracias al aterrizaje heroico del famoso capitán Robert Piché hace 13 años.
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En agosto de 2001, los 300 pasajeros y la tripulación del vuelo 236 de Air Transat vivieron 30 minutos de terror. Debido a que se quedaron sin combustible, su aeronave pasó a pocos centímetros de sumergirse en el océano Atlántico.
Este increíble incidente dio una idea a la doctora Margaret McKinnon: constituir una muestra de los pasajeros con el fin de aprender acerca de los factores de riesgo asociados con síntomas de estrés post-traumático.
La Dra.McKinnon no tuvo la idea de casualidad: fue una pasajera del vuelo 236.
«Su peor pesadilla»

«Imagine su peor pesadilla. Bueno, así fue todo «, dice la Dra. McKinnon, una psicóloga clínica en el Hospital St. Joseph en Hamilton, Ontario, e investigadora en el Departamento de Psiquiatría y Neurociencias del Comportamiento en la Universidad McMaster.
«No fue sólo un accidente que se evitó y donde una ve desfilar imágenes de su vida durante una fracción de segundo. En este caso, la horrible sensación de muerte inminente duró 30 minutos. «
Margaret McKinnon y sus colegas, la Dra. Daniela Palombo y el Dr. Brian Levine, quienes en aquel momento trabajaban todos en el centro de salud Baycrest, de la Universidad de Toronto, han reclutado a 15 pasajeros del vuelo 236. Ellos midieron la calidad, la exactitud y veracidad de sus recuerdos de cada momento del vuelo.
Luego compararon estos recuerdos con otros dos eventos, los atentados del 11 de septiembre de 2001 y un evento bastante común que ocurrió alrededor de la misma época.
Sus conclusiones se publicaron esta semana en la revista Clinical Psychological Science.
Se trata del primer experimento de este tipo que se realiza en personas que han estado expuestas al mismo trauma. Normalmente, los estudios similares se basan en acontecimientos dispares vividos en diferentes situaciones.
El Vuelo 236
El 24 de agosto de 2001, el vuelo 236 de Air Transat salió de Toronto hacia Lisboa, Portugal. En momentos en que sobrevolaba sobre el océano Atlántico, el avión se quedó sin combustible. La investigación posterior reveló que la fuga fue causada por un error de mantenimiento.

Sin motor sobre el Atlántico, el comandante de la aeronave, Robert Piché, mantuvo su sangre fría y se dirigió sobre las Azores, 160 kilómetros al sur. Logró planear su Airbus de 152 toneladas durante unos veinte minutos antes de aterrizar de emergencia, salvando a todos los 293 pasajeros y 13 miembros de la tripulación, la mayoría canadienses. Un hecho raro en la aviación.
Yvan-Miville Des Chenes, un especialista en la aviación civil, fue el primero en describir al comandante Piché de «héroe» en las ondas de Radio Canadá una expresión que luego fue retomada por los medios del mundo.
Y calificó de «misión casi imposible» lo que hizo el piloto. «Porque hemos tratado de repetirlo en simuladores de vuelo y los ensayos que se han hecho del vuelo han tenido éxito una en cada cinco veces. Él no tenía dos posibilidades. »
Recuerdos duraderos
Los investigadores constataron primero que los pasajeros tenían recuerdos muy fuertes y precisos del incidente. Aunque este hallazgo no sorprende, sigue siendo importante, ya que otros estudios sugieren más bien que los recuerdos de eventos traumáticos se desvanecen.
Es importante destacar que los investigadores encontraron que no existe una relación de causa y efecto entre el grado de vivacidad y de exactitud de los recuerdos del evento y el desarrollo de síntomas de estrés post-traumático después.
Sin embargo, los pasajeros que sufrieron de estrés post-traumático tenían tendencia a recordar más detalles externos al evento principal.
Puede tratarse, por ejemplo, de detalles que no son específicos en el tiempo, que se repiten o que son una interpretación personal, en comparación a los pasajeros que no tienen síntomas de estrés post-traumático o al grupo testigo.
Esta tendencia se observó en todos los eventos estudiados, no sólo por el incidente de Air Transat.
Para los investigadores, esto demuestra que no es sólo el recuerdo del trauma el que está relacionado con el trastorno post-traumático, sino más bien cómo la memoria de una persona procesa los eventos en general.

«Lo que hemos descubierto es que no es lo que pasó, sino a quién le sucedió, lo que explica el desarrollo posterior de estrés postraumático», dice el Dr..Levine.
Esta incapacidad del espíritu de expulsar los detalles ‘externos’ o ’semánticos’, al recordar un evento, está relacionada con el control mental de la memoria. Y ese procesamiento modificado de la memoria puede ser un factor de vulnerabilidad para el trastorno de estrés post-traumático.
Un segundo estudio se está preparando para su publicación. En este nuevo caso, el grupo está interesado en la proyección de imagen cerebral funcional de 10 de los 236 pasajeros del vuelo con el fin de comprender los mecanismos del cerebro asociadas con el evento traumático.
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