Tina Fontaine apparait sur une photo Facebook datant de janvier 2014.

Tina Fontaine, indígena canadiense de 15 años de la Primera Nación Sagkeeng.
Photo Credit: Facebook

La vendetta del primer ministro Harper contra la sociología

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El asesinato de Tina Fontaine, una joven indígena de quince años cuyo cuerpo fue hallado en una bolsa en rio Red River en Winnipeg el pasado 17 de agosto, reavivó una vez más el llamado de las indígenas canadienses de que el gobierno en Ottawa lance una investigación federal sobre los crímenes contra mujeres indígenas en Canadá.

De acuerdo a la policía federal canadiense, desde 1980 cerca de 1.200 mujeres indígenas fueron asesinadas o desaparecieron en Canadá. Las mujeres indígenas representan el 4,3 por ciento de la población canadiense, pero representan el 16 por ciento de los asesinatos de mujeres en el país.

El gobierno canadiense encabezado por el conservador Stephen Harper se ha negado en repetidas ocasiones a abrir una investigación federal sobre esta tragedia. Refiriéndose al asesinato de Tina Fontaine, indígena de la Primera Nación Sagkeeng, Harper dijo que ese homicidio debe ser visto como un crimen y no como un fenómeno sociológico.

La negativa de abrir una investigación nacional fue severamente criticada no sólo por las mujeres indígenas canadienses, sino también por la oposición oficial en el Parlamento canadiense. mientras que el Partido Liberal prometió abrir esa investigación si llegaba al gobierno en las próximas elecciones.

Este debate llevó a Jakeet Singh, profesor en la Universidad del Estado de Illinois, a escribir un artículo de opinión en el periódico canadiense The Toronto Star, bajo el título: «Las raíces ideológicas de la vendetta de Stephen Harper contra la sociología».

Singh sostiene básicamente que la aparentemente extraña antipatía que le tiene Harper a la sociología esconde el intento ideológico de impedir que los canadienses puedan identificar y enfrentar las causas estructurales de la injusticia.

En su artículo publicado este martes en la prensa canadiense, el profesor Jakeet Singh afirma que Stephen Harper realmente parece tenerle inquina a la sociología. En 2013, en respuesta a un complot contra un tren de la compañía VIA, Harper comentó que los canadienses no deberían «cometer actos de sociología» para tratar de entender ese complot, pero que deberían más bien adoptar un enfoque anti-crimen.

La semana pasada, en respuesta a la muerte de Tina Fontaine, Harper argumento que no es necesaria una investigación sobre las mujeres indígenas desaparecidas y asesinadas, porque no se trata de un «fenómeno sociológico», sino simplemente de una serie de crímenes individuales.

Sin embargo, todo crimen es un fenómeno sociológico. Aún más: sin un análisis sociológico más amplio es imposible entender por qué los niveles de desapariciones y asesinatos de mujeres indígenas son trágicamente tan altos en comparación con las mujeres no indígenas.

Por otra parte, está claro que si las tasas de violencia contra mujeres no indígenas fueran tan altas como las que sufren las indígenas, este gobierno, aún pese a su lamentable historial en temas de la mujer, probablemente anunciaría no sólo una investigación pública, sino también una amplia estrategia nacional. Este doble estándar en cómo se valora la vida humana es lo que los sociólogos llaman “racismo”.

Los comentarios despectivos de Harper contra la sociología también deben ser entendidos junto a su decisión de deshacerse del formulario largo del censo nacional en 2010. Está ampliamente aceptado que esa acción socava de manera fundamental la capacidad de Canadá para comprender sus propios datos demográficos, sus tendencias sociales a largo plazo y detectar desigualdades. En pocas palabras, ese acto privó a Canadá de entender su propia sociología.

¿Qué tiene Harper contra la sociología? En primer lugar, el Primer Ministro está pregonando claramente un componente fundamental de la ideología neoliberal que sostiene que no hay fenómenos sociales, sólo incidentes individuales. Esta ideología se remonta a la famosa afirmación de Margaret Thatcher que afirmó que «la sociedad no existe.»

El neoliberalismo pinta todos los problemas sociales como si fueran solamente problemas individuales. La ventaja de esto para los que comparten la agenda de Harper es que si no hay problemas sociales o soluciones sociales, entonces hay poca necesidad de un gobierno. Los individuos son los únicos responsables de los problemas que enfrentan.

Esta ideología es muy seductora no sólo porque simplifica radicalmente nuestro mundo, sino que también refleja las dos instituciones sociales en las que los neoliberales realmente creen: el mercado llamado «libre» y la ley y el orden. Todo se reduce ya sea a una simple transacción de mercado, o a un caso criminal.

Para la transacción, o bien tienes el dinero para comprar cosas, o no lo tienes, y te toca conseguir ese dinero. En el caso del crimen, un solo individuo es personalmente responsable de un delito y es castigado por ello. Así de fácil la cosa. Y no se necesita la sociología.

Pero hay otra razón por la cual el neoliberalismo es tan hostil hacia el tipo de análisis sociológico realizado por el Departamento de Estadísticas de Canadá, por las consultas públicas e investigaciones similares. Es que esto abre las puertas para entender las formas de injusticia y ver de qué manera, como sociedad, podemos tratar de solucionarlas.

Los sociólogos a menudo distinguen entre las «injusticias personales» y las «sistémicas» o «injusticias estructurales.» Las injusticias personales pueden ser rastreadas hasta las acciones concretas de individuos particulares o perpetradores. Estas acciones suelen ser intencionales y tienen una víctima relativamente aislada.

Por otro lado, las injusticias estructurales son producidas por una estructura social o un sistema determinado. A menudo son difíciles de rastrear hasta las acciones de individuos específicos. Por lo general no han sido explícitamente previstas por nadie, y causan víctimas colectivas en lugar de víctimas aisladas.

Las injusticias estructurales son el resultado de las acciones inintencionadas de muchas personas que participan juntas en un sistema social, por lo general sin saber lo que hacen los demás. Mientras que las injusticias personales se remontan a las acciones dañinas, o inacciones de los individuos, las injusticias estructurales son identificadas por los resultados sociales diferenciales entre los grupos. Los sociólogos llaman a esto «desigualdades sociales».

Es allí donde radica el problema. Quizás la diferencia clave entre las injusticias individuales y las estructurales es que estas últimas son claramente identificables sólo mediante un análisis social a nivel macro, es decir, aplicando un análisis sociológico.

Esto se debe a que, primero, no hay culpables claros a quienes identificar y asignar la responsabilidad de la injusticia; y segundo, aunque las injusticias estructurales sí generan daños concretos y víctimas, a menudo sólo podemos saber sobre el carácter colectivo de la injusticia mediante la investigación estadística o la identificación de patrones sociales o demográficos en el tiempo.

Lo que debe quedar claro es que la venganza aparentemente extraña de Harper contra la sociología es en realidad un intento ideológico para evitar que la sociedad canadiense sea capaz de identificar y abordar sus injusticias estructurales.

Sin los análisis sociológicos a gran escala, no podemos reconocer las desigualdades sociales arraigadas y generalizadas que estos análisis revelan. Y debido a que las injusticias estructurales son generadas por nuestros sistemas sociales, entonces sus causas y sus soluciones son también sociales.

Entonces, cuando pintamos todos los problemas sociales como si fueran solamente problemas individuales con sus respectivas soluciones individuales, también perdemos todo sentido de la responsabilidad social necesaria para hacer frente a esos problemas sociales.

La recompensa de todo esto para el primer ministro canadiense Stephen Harper y otros neoliberales es que los tipos de injusticia que esta ideología es particularmente eficaz en crear son precisamente las injusticias estructurales.

De hecho, una de las mayores capacidades del neoliberalismo es de generar desigualdades sistémicas que no son fácilmente identificables, y que en realidad son bastante difíciles de discernir al nivel de las interacciones personales y en los casos aislados.

El ataque de Harper contra la sociología debe ser visto no sólo como un intento de hacer avanzar su ideología. Es también un intento de enmascarar los daños sociales que ésta deja a su paso, decía finalmente Jakeet Singh, profesor de la Universidad del Estado de Illinois, en las páginas del periódico canadiense The Toronto Star en su edición de este pasado martes.

Categorías: Indígenas, Sociedad
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