La guerra civil en el Congo se ha cobrado más de cinco millones de vidas y mostró al mundo algunas de las peores atrocidades de todos los tiempos. Entonces ¿por qué otra vez estamos centrando mucho más la atención en ISIS?, se pregunta Neil Macdonald*.
En julio pasado, Barack Obama firmó una orden ejecutiva para castigar a los responsables de algunos de los excesos más terribles de la guerra civil congoleña.
Casi nadie se dio cuenta de la orden de Obama. Pero para que conste, las personas a las que se refería han sido denunciadas por haber cometido: violaciones en masa (de hombres y mujeres, por los rebeldes y los soldados del gobierno) a menudo delante de las comunidades y las familias, o forzar a la gente a violarse entre sí, como un arma de guerra; torturas (obligando a los hombres a copular con agujeros en el suelo forrado con hojas de afeitar, forzar a las mujeres a comer excrementos o carne de familiares); de variadas formas de asesinato ( disparando armas a las vaginas de las mujeres); de utilizar niños soldados; y de limpieza étnica.
La lista es interminable.
La guerra del Congo ha matado a cinco millones de personas, directa e indirectamente, desde 1998 – más de las guerras de Vietnam, Afganistán e Irak juntas, como un periódico nacional lo señaló recientemente.
¿El castigo de Obama para los culpables? Malestar financiero.
Luego, un mes después de haber firmado la orden, Obama invitó a cenar al presidente del Congo, Joseph Kabila, a la Casa Blanca.
En comparación con los actos cometidos por los militares de Kabila y los rebeldes que luchan contra ellos, y las intervenciones de la vecina Ruanda, los más o menos 20.000 combatientes de ISIS son aprendices en el negocio de la atrocidad.
Aunque ISIS se merece lo que obviamente es sólo el comienzo de una gran re-invasión de EEUU a escala de Irak, y tal vez incluso de Siria.
‘El corazón de las tinieblas’
John Boehner , de la Cámara de Representantes, se convirtió el fin de semana en apenas el último prominente estadounidense en predecir el despliegue inevitable de las fuerzas terrestres de Estados Unidos.
Mientras tanto, la campaña para convencer a un público occidental escéptico suena con estrépito.
ISIS se ha convertido en el gran villano, el Keyser Söze* de los grupos revolucionarios.
Se lo denuncia como «el corazón de las tinieblas» (Obama), un «culto a la muerte» (primer ministro australiano, Tony Abbott) y un califato terrorista genocida (Stephen Harper).
Ninguno de esos líderes pasa mucho tiempo hablando del Congo (el tema fue abordado en el Parlamento canadiense hace tres años).
Cuando lo hacen, hablan en términos mucho más suaves que cuando se refieren a ISIS.
En una cumbre de la Francofonía en 2012, Harper preguntó amablemente si Canadá podría ayudar a encontrar «soluciones» para avanzar en «la paz, el desarrollo y la democracia en la RDC», en la República Democrática del Congo, donde se dan todos los combates.
¿Entonces ¿por qué esta disonancia cognitiva?

El relativismo moral
La visión más caritativa es que los líderes nacionales tienden a actuar sobre los miedos y los deseos y preocupaciones de sus electores, y mientras ISIS ha aterrorizado a los estadounidenses por decapitar a un puñado de occidentales, a nadie realmente le importa lo que pasa en el Congo.
Está muy lejos, en medio de un continente ampliamente percibido como algo sucio y salvaje, y las víctimas son todas, claro, africanos negros.
Los políticos occidentales toman también sus informaciones de los medios de comunicación, y mientras que a los editores no les gusta hablar de esas cosas, África, en todo caso (junto con algunas otras partes condenadas de la tierra) apenas figura en el menú de noticias.
Un bebé panda luchando en algún zoológico desplazará fácilmente del noticiero de la noche, a un genocida africano.
No es un racismo consciente – los periodistas profesan, probablemente con sinceridad, una preocupación por el sufrimiento y la muerte en todas partes. Y el nivel de educación entre el personal editorial, así como en los diplomáticos, puede ser remarcable cuando a temas mundiales se refiere.
Pero lo que se destaca en las primeras páginas y en los noticieros y agendas nacionales, es lo que realmente cuenta.
Las noticias de barcos de pasajeros que se hunden en África son apenas resúmenes en la categoría internacional, o en secciones de “ otras noticias» leídas por el periodista. Aviones que se estrellan llevando europeos o norteamericanos se quedan en las primeras planas y noticieros durante días.
La actual epidemia de Ébola sólo comenzó a ganar espacio serio en los noticieros estadounidenses cuando Obama dijo que su propagación se había convertido en «exponencial», y la declaró una amenaza para la seguridad nacional estadounidense.
Hacer a un lado a Keyser Söze
Pero incluso dentro de Oriente Medio, donde la brutalidad y el salvajismo se consideran a menudo sinónimo de gobernanza normal, ISIS ha asumido un estatus especial de encarnación del mal.
Es verdad, ISIS ha llevado a cabo decapitaciones, a menudo por apostasía. , Pero también lo ha hecho el Reino de Arabia Saudita, cuyos príncipes caminan de la mano, a veces literalmente, con los presidentes estadounidenses, y son recibidos en los salones de la sociedad de Georgetown.
Los saudíes han decapitado a 46 personas en lo que va de este año, incluyendo 19 en agosto. Al igual que ISIS, los saudíes están a favor de las decapitaciones públicas, y en ocasiones han colgado los cuerpos decapitados hasta pudrirse en público.
Los motivos de la decapitación en Arabia Saudita incluyen la hechicería. Leen bien, la hechicería.
Y, por supuesto, la apostasía. (La versión árabe saudita del Islam, el wahabismo, no es tan diferente de la interpretación feroz de ISIS.)
Sí, se podría argumentar…. pero los saudíes son aliados de Estados Unidos, no sus enemigos jurados.
Bien, dejando a un lado el hecho de las excusa de decapitar apóstatas, o hechiceros, en el siglo 21, la mayoría de los atacantes del 11 de septiembre fueron sauditas, y saudíes ricos han financiado a algunos de los grupos radicales más anti-occidentales en todo el mundo, entre ellos, los talibanes.
Por cierto, también han canalizado una gran cantidad de dinero a los combatientes de la oposición en Siria, lo que por supuesto quiere decir ISIS.
Lo que probablemente nos lleva a lo que realmente está en juego aquí: el petróleo.
Los sauditas tienen mucho, y siempre y cuando estén dispuestos a ser buenos amigos y seguir vendiéndolo en el mercado abierto, bueno, su extremismo virulento es sólo el capricho religioso de un aliado cercano y valorado.
ISIS, por su parte, cometió el error bruto de decapitar a algunas personas blancas, y se ha apoderado de las refinerías de petróleo, y vendió petróleo, y amenazó el orden de las cosas, y hay pocos crímenes más graves que eso.
Así que, ¿a la guerra? ¿Otra vez?
Oh, y por favor, ¿alguien podría verificar las cuentas bancarias de esos congoleños?
Análisis de Neil Macdonald, corresponsal senior de CBC en Washington, desde 2003. Trabajó en Medio Oriente durante cinco años. .
Keyser Söze es un personaje ficticio en el filme de 1995 The Usual Suspects, escrito por Christopher McQuarrie y dirigido por Bryan Singer. Söze es uno de los más poderosos jefes criminales del bajo mundo cuya influencia y despiadada forma de ser le dan un estatus legendario, incluso mítico, entre los agentes de la ley y los criminales.
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