El escribir en Internet una crítica sobre la calidad de los servicios de una compañía puede traer sorpresas, como por ejemplo la ofensiva de un ejército de abogados. En Canadá un creciente número de compañías ha empezado a identificar y amenazar con acciones legales a aquellas personas que escriban comentarios sobre estas empresas en la red del Internet, sobre todo si son negativos.
Eso fue lo que le pasó a una estudiante en Ottawa, Olivia Parsons. Ella hizo lo que a menudo mucha gente hace: escribir comentarios de evaluación sobre los servicios de una compañía. En este caso, la empresa en cuestión es el Grupo CLV. Se trata de una compañía que administra más de 7.500 apartamentos de alquiler en las provincias de Ontario y Quebec.

En junio pasado, ella dejó de vivir uno de los apartamentos administrados por el Grupo CLV, trasladándose a otro lugar.
Lo que ocurrió es que después de mudarse, el Grupo CLV le envió noticia de que tenía todavía cuentas pendientes por pagar.
Lo que molestó a Parsons fue que la empresa en cuestión se negó a darle explicaciones sobre los montos que se le exigía pagar y también le molestó la manera en la que fue atendida por la compañía. Fue por esta razón que ella publicó en Internet, en sitios como Google, Yelp y Consumidor Enojado, varios comentarios poco favorables al Grupo CLV.
Aproximadamente una semana después, Parsons se llevó una sorpresa de recibir una carta del abogado del Grupo CLV que le exigía que suspenda inmediatamente cualquier publicación de lo que la empresa consideraba como “comentarios falsos y derogatorios”.
No contento con ello, el abogado de la empresa también le exigió a Parsons que borre y elimine los comentarios que ya se encontraban disponibles en Internet. Y aunque ella sostiene y defiende la veracidad de sus quejas, ella acabó borrándolos. Ella explicó que fue la carta del abogado de la empresa Grupo CLV lo que la empujó a tomar esa decisión.
La carta del abogado de la empresa Grupo CLV también le sorprendió por otra razón. Parsons había utilizado un seudónimo para publicar su opinión en línea. Sin embargo, la empresa fue capaz de localizarla e identificarla por su verdadero nombre, y tenía inclusive su nueva dirección. Ella no tiene idea de cómo se las arreglaron para conseguir esa información.
Para Tom Keenan, profesor en la Universidad de Calgary y experto en ciberseguridad, el quejarse es algo tan antiguo como la historia, pero la tecnología le ha impuesto otros rasgos. La diferencia ahora es que si uno se queja en la red del Internet, millones de personas pueden ver esa queja.
Por su parte, la administradora inmobiliaria Grupo CLV sostuvo mediante una carta que toma seriamente todos los comentarios en Internet sobre la compañía, y que tiene la obligación de corregir aquellas declaraciones que ella considere como “falsas” sobre las maneras de proceder de la empresa.
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