Frappe de la coalition contre le groupe État islamique à Kobané, dans le nord de la Syrie, photographiée à partir de la frontière turque.

Bombardeo de la coalición contra el grupo armado Estado Islámico en Kobane, en el norte de Siria, fotografiado desde la frontera turca.
Photo Credit: ARIS MESSINIS

Ojo por ojo: Canadá en guerra contra el grupo armado Estado Islámico

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La decisión tomada en el Parlamento canadiense por la mayoría de los diputados conservadores de partir en campaña bélica contra la organización armada religiosa Estado Islámico ha sido tema de intenso debate en la prensa canadiense.

El pasado 7 de octubre, por 157 votos contra 134, los diputados canadienses aprobaron en el Parlamento en Ottawa el lanzamiento de una misión de combate contra los militantes del grupo armado Estado Islámico en Siria e Irak. 155 diputados conservadores votaron en favor de la campaña militar. Todos los miembros de la oposición presentes en el Parlamento, salvo dos, un verde y un independiente, votaron en contra.

En las páginas del matutino en francés Le Devoir, la columnista Francine Pelletier sostiene que con esa decisión, el gobierno canadiense está aplicando erradamente el principio primitivo de la Ley del Talión: ojo por ojo, diente por diente.

Francine Pelletier destaca que hay algo particularmente bárbaro en la idea de decapitar a alguien. Las imágenes muestran a un hombre de rodillas, con la cabeza estupefacta bajo la sombra del verdugo vestido de negro, un hombre que va a perder la cabeza degollado. ¿Cómo no reaccionar ante ello?, ¿cómo no querer a nuestro turno arrancar los ojos al verdugo?, dice la columnista de Le Devoir.

Es justamente a este escenario salido de Hollywood o del Antiguo Testamento al que acaba de suscribirse el gobierno de Harper. De modo unilateral, sin duda alguna.

Después de haber participado en el fiasco de Afganistán, que ha dejado decenas de miles de muertos, ahora Canadá se lanza, con el corazón en la mano, al rescate de nuestros valores democráticos, de la civilización occidental, de las mujeres y los niños, y de otras cosas más.

La decisión del gobierno canadiense es insensata por varias razones, dice la columnista de Le Devoir, Francine Pelletier. Esta es precisamente la reacción que el grupo armado Estado Islámico buscaba al mostrarnos, a manera de grotesco cebo, las cabezas de los decapitados.

Imagen tomada de un video de la ejecución del periodista Steven Sotloff, publicado en Internet.
Imagen tomada de un video de la ejecución del periodista Steven Sotloff, publicado en Internet.

Hay que recordar que este movimiento de fanáticos religiosos nació como resultado de la primera ofensiva estadounidense en la región.

Este grupo no existía antes de que George W. Bush ordene la invasión de Irak en 2003 bajo argumentos falsos.

Esa invasión estadounidense, que ha dejado unos 115.000 muertos, en su mayoría civiles, ha creado el grupo armado Estado Islámico, una versión aún más diabólica de al Qaeda, dice Pelletier.

Este grupo de ultra-extremistas, rechazados inclusive por al Qaeda de Osama ben Laden, intenta recrear un califato islámico salido de la Edad Media, que controla actualmente una parte del norte de Irak y Siria.

Desde que los estadounidenses comenzaron a lanzar bombas contra grupo armado Estado Islámico, otros 6.000 combatientes más se sumaron a este grupo que siembra el terror en la región.

Esta organización también se asoció a su rival en la región, los milicianos fundamentalistas del Frente al Nosra, afiliados a al Qaeda.

En resumen, tanto en 2003 como en 2014, los bombardeos estadounidenses han tenido un efecto contrario a lo que se esperaba. Lo que han logrado fue aumentar las filas de los fanáticos furiosos en lugar de reducir su número.

Esos bombardeos, en los que participan también los franceses, los británicos y ahora los canadienses, van a matar también a un número de civiles, van a destruir escuelas y privar de alimento a la población.

Si recientemente una ofensiva semejante nos pareció detestable en Gaza, llevada a cabo bajo comando del ejército israelí, ¿por qué sería más aceptable otra ofensiva comandada por nosotros?, se pregunta la columnista de Le Devoir, Francine Pelletier.

La columnista destaca las incongruencias de esta nueva campaña militar en la que se embarca Canadá, ya que con ella, Ottawa acaba teniendo como aliada a Arabia Saudita, un país que financia mezquitas que inquietan en Canadá y Quebec.

Se sabe que Arabia Saudita tuvo un rol en los atentados del 11 de septiembre contra el World Trade Center en Nueva York, detalle que el gobierno estadounidense suprimió en su informe sobre ese ataque. Lo que ocurre es que Arabia Saudita es el país proveedor de petróleo de Estados Unidos.

Otro aliado en esta lucha contra los fundamentalistas acaba siendo Siria, país al que Canadá por poco declara guerra hace un año. Ahora Damasco acaba siendo un curioso aliado en esta movilización contra el mal que representa el grupo armado fundamentalista Estado Islámico.

Según Francine Pelletier, columnista de Le Devoir, lejos de poner fin al caos, una nueva cruzada no hará otra cosa que reavivar el odio hacia los países occidentales y atizará las viejas rivalidades.

Entonces, dice ella, Canadá podrá felicitarse por haber hecho su “justa parte” en este sangriento atolladero en Irak y Siria.

Categorías: Internacional, Política
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