Des dizaines de milliers de Syriens réfugiés au Liban ont récemment dû affronter des conditions climatiques difficiles, dont ces enfants d'un camp d'Arsal, dans la Vallée de la Bekaa.

Campamento de refugiados sirios en El Líbano.
Photo Credit: AFP

Canadá debe abrir sus puertas a más refugiados

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Este pasado 11 de noviembre, mientras el gobierno conservador canadiense conmemoraba con gran pompa el Día del Recuerdo dedicado a la memoria de los soldados caídos en las guerras, el editorial del periódico canadiense Toronto Star recordaba a los canadienses que una de las consecuencias de los conflictos armados son los refugiados, y que Canadá está haciendo muy poco para hacer frente a este problema mundial.

El Toronto Star destaca en su editorial que el mundo está repleto de refugiados, de solicitantes de asilo y de personas desplazadas de sus hogares.

Naciones Unidas informó que el número de personas desarraigadas por la violencia, la miseria, la persecución y otras tragedias ha superado los 50 millones, el nivel más alto desde la Segunda Guerra Mundial hace siete décadas.

Esta sombría cifra es en parte el reflejo de la brutal guerra civil en Siria, que ha desplazado a 9 millones de personas y que afecta más duramente a los jóvenes.

Debido a esta situación, más de 4.000 buscadores de asilo han muerto el año pasado, ahogados en el mar Mediterráneo y en otros lugares, tratando de llegar a los refugios seguros en Europa, escapando del caos y la violencia en Afganistán, Pakistán, Siria, Somalia, Congo, Eritrea, Nigeria, Libia y otros lugares.

Muchos otros han muerto en las áridas tierras de México tratando de huir de la violencia pandillera y la pobreza en América Central y del Sur, buscando alcanzar Estados Unidos y Canadá. Otros huyen de países asiáticos con problemas, como Birmania, Sri Lanka y Vietnam.

Une jeune réfugiée syrienne mange des restes que sa mère a trouvé dans une poubelle, à Istanbul.
Una niña refugiada siria come las sobras que su madre encontró en un cubo de basura en Estambul. © Getty Images/AFP/Bulent Kilic

Sus testimonios de penurias, terror, explotación y muerte nos cuestionan. Aunque Canadá tiene un historial creíble de acogida de refugiados y solicitantes de asilo, la enorme magnitud de la crisis actual pone a prueba nuestra apertura y generosidad, dice el editorial del Toronto Star.

El año pasado Canadá aceptó unos 12.000 refugiados, la mitad más o menos por iniciativa del propio gobierno federal y la otra mitad con el patrocinio de instituciones privadas. Canadá también aceptó unas 8.000 solicitudes de asilo.

Pese a una fuerte reducción en 2012, la acogida de refugiados en Canadá ha permanecido relativamente estable en los últimos 20 años. Pero si se considera esa cifra en relación con el tamaño de nuestra población, que ha crecido un 23 por ciento en las dos últimas décadas, el nivel de acogida de refugiados no es impresionante.

Tampoco se ha visto nada similar a la decisión tomada hace 35 años, cuando Canadá abrió sus puertas a unos 60.000 refugiados vietnamitas, camboyanos y laosianos, los llamados «boat people», en tan sólo 18 meses.

En lugar de esa generosidad, dice el Toronto Star, el gobierno conservador del primer ministro Stephen Harper ha reducido la llegada de refugiados asistidos por el gobierno, optando más bien por recibir a aquellos refugiados apadrinados por organizaciones privadas.

Los conservadores también han aprobado leyes que impiden a quienes buscan refugio presentar una solicitud de asilo en territorio canadiense. También han endurecido las normas sobre los patrocinios privados. De acuerdo al periódico The Toronto Star, se trata de una vergonzosa reducción de nuestra pasada generosidad.

Esta situación es especialmente desalentadora en momentos en que la ONU señala que la necesidad es grande.

La población mundial de refugiados ha aumentado a casi 17 millones, los solicitantes de asilo han aumentado a 1 millón. Otros 33 millones de personas se encuentran desplazadas dentro las fronteras de sus propios países.

La inadecuada respuesta de Canadá es evidente sobre todo en el caso de Siria. El gobierno de Harper se comprometió a aceptar apenas unos 1.300 refugiados hasta fines de este año. Esto ante la situación de un país con 9 millones de sus habitantes que se encuentran huyendo. Hasta la fecha, Ottawa apenas ha instalado en el país a unos pocos cientos de recién llegados.

Esto en momentos en que la ONU está tratando de encontrar refugio para al menos 100.000 sirios, y cuando las organizaciones humanitarias en Canadá están pidiendo a Ottawa que acepte a por lo menos 10.000 refugiados.

Canadá ha contribuido generosamente con unos 630 millones dólares a los esfuerzos de la ONU para brindar a los sirios afectados por la guerra alimentos, vivienda, asistencia médica y educación.

Sería bueno ver que ese nivel de generosidad también se extienda a los refugiados sirios. El ministro de Inmigración, Chris Alexander, hizo alusión a un programa de reasentamiento a gran escala, pero hasta la fecha no hay nada concreto. En este sentido, Canadá está haciendo lo mínimo.

Claramente, ha llegado el momento de examinar el enfoque de Canadá hacia los refugiados, el momento de demostrar que nuestra compasión no se ha agotado y de decirle al gobierno que esperamos más de las autoridades.

El Toronto Star concluye su editorial señalando que los refugiados están desesperados por reconstruir sus vidas destrozadas por la guerra y las necesidades. La decencia nos obliga a que ofrezcamos algo más que la simple apariencia de querer dar ayuda.

Categorías: Inmigración y Refugiados, Internacional, Política
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