Investigadores de la ONU informaron este viernes que los comandantes del grupo armado Estado Islámico son culpables de haber cometido masivos crímenes de guerra en el noreste de Siria, donde los combatientes sembraron el terror mediante degüellos, lapidaciones y ejecuciones de civiles y prisioneros.
El informe de la ONU, basado en más de 300 entrevistas con testigos y víctimas, insta a las potencias mundiales a llevar a los comandantes de la milicia fundamentalista Estado Islámico ante la Corte Penal Internacional (CPI) por crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad.
«Al llevar a cabo asesinatos masivos de combatientes capturados y civiles tras asaltos militares, los miembros de Estado Islámico han cometido atroces violaciones de la ley internacional humanitaria y el crimen de guerra de asesinato en escala masiva», dice el reporte.
Milicianos extranjeros han engrosado las filas del grupo de fanáticos religiosos y dominan su liderazgo, señalaron los investigadores en el reporte. En un informe separado, la ONU dijo que unos 15.000 extranjeros se encuentran combatiendo en Siria e Irak.
Paulo Pinheiro, quien encabezó el panel de la ONU, dijo en una conferencia de prensa que sus conclusiones se suman a una lista secreta de sospechosos de crímenes de guerra de todos los bandos envueltos en la guerra civil en Siria, en la que han muerto unas 200.000 personas desde marzo del 2011.
Desde que Estados Unidos comenzó a atacar a la milicia armada del Estado Islámico a fines de septiembre, los combatientes del grupo han tomado posiciones en viviendas civiles y granjas, lo que ha causado un número de víctimas civiles, destaca el reporte.
Los investigadores también determinaron que el grupo armado Estado Islámico se encontraba privando a unas 600.000 personas en el norte de envíos de alimentos y ayuda médica, imponiendo de paso una interpretación medieval de la ley islámica a través de su «policía moral».
Esa interpretación ordena sanciones con latigazos y amputaciones por delitos como fumar cigarrillos o el robo. Una dentista en Deir al-Zor fue decapitada por tratar a pacientes de ambos sexos.
Los niños son presionados para que denuncien a sus padres, las mujeres son lapidadas por tener contacto no aprobado con hombres y los cristianos, kurdos y otras minorías son obligadas a convertirse al Islam o pagar un impuesto.
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