Aunque muchos esperaban anuncios concretos y la apertura inmediata de embajadas, el primer diálogo dejó claro que el camino no será fácil pero que las dos partes tienen la voluntad, las ganas y la intención de lograr acuerdos.
Y no podía ser fácil: más de medio siglo de desconfianza, debate, acusaciones, bloqueos, espionaje, tensiones y amenazas no podían solucionarse en tan solo algunos meses de conversaciones y un solo diálogo de alto nivel diplomático.
Cuando las partes dicen que existen “profundas diferencias” en las concepciones que tienen sobre varios de los temas tratados (especialmente en lo relacionado con los Derechos Humanos y la inmigración) están aceptando que el camino es largo y que deberán buscar mecanismos para encontrar caminos medios o nuevas opciones.
Al mismo tiempo, en el ambiente se percibe que el diálogo es constructivo, que hay respeto entre las delegaciones, que se puede seguir avanzando y que los primeros pasos van en la dirección correcta.
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