La propuesta del primer ministro canadiense Stephen Harper de renovar las leyes federales de seguridad nacional, otorgando mayores poderes a los organismos de inteligencia, ha causado una gran conmoción y polémica en diversos círculos en el país.
Sobre el tema, el periódico de circulación nacional, The Globe and Mail, publicó este lunes un editorial que rechaza categóricamente esas modificaciones, presentadas por los conservadores en un año de elecciones federales.
El primer ministro canadiense, Stephen Harper, no se cansa de decir a los canadienses que están en guerra con el Estado Islámico. Bajo la nube de miedo creada por su repetida exageración sobre el alcance y la naturaleza de la amenaza, Harper quiere ahora convertir la agencia domestica de espionaje en algo que se parece inquietantemente a una policía secreta.
Los canadienses no deberían estar dispuestos a aceptar una amenaza tan obvia a sus libertades básicas. Nuestras leyes y nuestra sociedad son lo suficientemente fuertes como para hacer frente a la amenaza del terrorismo sin comprometer nuestros valores, dice el editorial del Globe and Mail.
Esta semana, Harper dio a conocer un video en el que de manera irresponsable combina los dos últimos incidentes de atacantes solitarios en Canadá con los llamados del Estado Islámico de llevar a cabo ataques contra los «países no creyentes.»
Los dos ataques, uno en la capital, Ottawa, y el otro en St-Jean-sur-Richelieu, en la provincia de Quebec, fueron horribles. Aterraron a los canadienses y los asustaron. Pero no hay evidencia de que esos ataques estén relacionados el grupo armado Estado Islámico. La teoría más probable es que eran dos jóvenes con problemas, que se radicalizaron ellos mismos.
Sin embargo, mientras el primer ministro recuerda a los canadienses en el video que ISIS ha instado a sus seguidores a «atacar a los no creyentes canadienses de cualquier manera, prometiendo que no debemos sentirnos seguros ni siquiera en nuestras propias casas», estas palabras son dichas sobre las imágenes de archivo tras los disparos en el Memorial Nacional de Guerra, como si el ataque ocurrido en Ottawa fuera consecuencia directa de las proclamas del grupo armado Estado Islámico,
Si el Primer Ministro canadiense tiene pruebas de que esos ataques tienen relación directa con ISIS, dice el periódico The Globe and Mail, él debe proporcionarlas, en lugar de sugerir tal cosa de manera engañosa en un video saturado con imágenes de aviones de combate, buques de guerra y soldados.
https://www.youtube.com/watch?v=A4GAfS41FQc
También es razonable preguntarse por qué un video tan político apareció en la página en Internet del Primer Ministro, pero ya se sabe que Harper abandonó hace mucho las sutilezas que distinguen las actividades partidistas distintivos de sus funciones como jefe de gobierno.
El video fue publicado el pasado miércoles. El viernes, Stephen Harper, entonando el estribillo de que «un gran mal ha descendido sobre nuestro mundo», presentó su nueva ley antiterrorista.
Ese proyecto de ley le da al Servicio canadiense de inteligencia y seguridad, CSIS, la agencia de espionaje interno, la capacidad de actuar como una fuerza policial. Harper y los conservadores negarán esto, ya que no se le permitirá a CSIS realizar arrestos o detener a sospechosos. Pero sus agentes ya no se limitarán a la recolección de inteligencia para luego pasarla a la Policía Federal, RCMP, para su investigación.
CSIS tampoco se limitará a eliminar la intermediación de la Policía Federal en casos de terrorismo. La ley propuesta no es una “legislación contra el terrorismo”. El proyecto de ley trata sobre «amenazas a la seguridad de Canadá», que incluyen pero no se limitan a: interferir con la capacidad del gobierno de Canadá para mantener la estabilidad económica o fiscal; espionaje; interferencia con la infraestructura crítica; terrorismo; y hacer cualquier cosa en Canadá que vulnere la seguridad de otro Estado.
Bajo la propuesta de ley, los agentes de CSIS estarán autorizados a tomar medidas para reducir lo que ellos perciban como «amenaza para la seguridad de Canadá». Los agentes sólo necesitarán una autorización para llevar a cabo actividades que pueden infringir la Declaración canadiense de derechos o la ley.
Si hay alguna duda de que los agentes estarán en el frente de batalla de la guerra de Harper, basta con leer la parte del proyecto de ley que dice que, al adoptar medidas para reducir una amenaza, los agentes de CSIS no puede matar o herir a nadie o «violar la integridad sexual de una persona.»
Entre las cosas que los agentes del CSIS estarán legalmente autorizados a hacer es pedir una orden judicial para entrar en la casa de cualquier persona, tomar y copiar documentos, “instalar, mantener o retirar cualquier cosa”, presumiblemente un dispositivo de vigilancia, o hacer cualquier otra cosa que un juez considere que es razonable en estos tiempos exagerados.
Hay otras medidas preocupantes en el proyecto de ley de los conservadores, entre ellas una que criminaliza el acto de defender o promover a sabiendas la comisión de una ofensa terrorista «en general» por cualquier grupo en cualquier lugar. ¿Será ilegal mostrar apoyo a Hamas, un grupo al que el gobierno de Harper ha designado como una organización terrorista? ¿Cuánto apoyo será el suficiente como para ser criminalizado? Esta es una buena pregunta.
Lo más importante es que el Parlamento canadiense no debe permitir que Harper convierta a CSIS, una agencia de inteligencia, en una fuerza de policía secreta. La recolección de información fue deliberadamente separada del trabajo de la policía hace 30 años, después de las repetidas violaciones de la ley y los derechos civiles cometidas por la Policía federal canadiense.
Fue una sabia decisión mantener a la policía fuera de las actividades de espionaje y a los espías fuera de las tareas de la policía. CSIS fue el resultado, pero los sucesivos gobiernos, incluyendo el de Harper, no han demostrado la suficiente seriedad sobre la necesidad de supervisar las actividades del organismo de inteligencia y proteger la privacidad de los canadienses.
Ahora se ofrecen a los agentes del CSIS poderes muy similares a los de la policía. Esta indeseable idea está siendo empujada por la campaña del miedo lanzada por un Primer Ministro en un año de elecciones. El Estado islámico es efectivamente una amenaza. Pero el peligro que significa el terrorismo no es sólo el de la violencia; su mera amenaza puede distorsionar nuestra forma de vivir y pensar. En ese sentido, el terrorismo habrá logrado una victoria en Canadá si este proyecto de ley se apruebe tal como fue presentado por el primer ministro Harper, dice finalmente el editorial de este lunes del periódico canadiense The Globe and Mail.
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