Según se ha constatado últimamente, los islamistas radicales no reclutan solo por Internet, sino que lo hacen también en las cárceles, que se han convertido en un caldo de cultivo para el adoctrinamiento. El Servicio Correccional de Canadá, SCC, organización responsable de las cárceles en el país, es consciente y se inquieta por este creciente fenómeno, pero no tiene todavía un programa particular destinado a la lucha contra la radicalización detrás de los barrotes.
De hecho, a principios del mes de diciembre pasado, el SCC reunió a expertos nacionales e internacionales para estudiar cómo se podrían mejorar las prácticas de la gestión de los detenidos radicalizados y en particular los islamistas.
El tema de la radicalización de los detenidos es candente, ya que los terroristas que cometieron el atentado contra Charlie Hebdo y la tienda judía de París, se radicalizaron juntos mientras estaban encarcelados. Un informe explosivo sobre el Islam radical en las cárceles francesas del diputado francés Guillaume Larrivé, publicado en el diario Le Fígaro de París, afirma que “alrededor de 60% de la población carceral en Francia, es decir 40.000 detenidos, pueden ser considerados como de cultura o de religión musulmana. La radicalización islamista es hoy susceptible de interesar a varios centenares de individuos”.
En Canadá hay muy pocos extremistas religiosos en las cárceles comparado a otros países occidentales. Lo cual no impide al gobierno federal de inquietarse desde hace algunos años. Muchos detenidos se convierten a todo tipo de religiones durante su detención pero es el Islam el que tiene mayor atracción, afirma un empleado de una cárcel quebequense bajo el anonimato.
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