Desde 2011, los cubanos pueden vender y comprar casas y otros inmuebles. Antes solo era posible hacer intercambios. Este viraje se inscribe en los cambios económicos que vive la isla, desde hace algunos años.
Hoy día podemos ver carteles de “Se vende” en el exterior de las casas cubanas, un fenómeno que hubiera sido imposible de imaginar hace algunos años.
Cuando triunfó la Revolución, los cubanos conservaron o adquirieron sus propiedades. Los que se exiliaron fuera del país tras la toma del poder de Fidel Castro, vieron sus propiedades confiscadas. Estas últimas fueron repartidas entre el resto de los cubanos.
Las confiscaciones siguen siendo un tema delicado entre Cuba y Estados Unidos, puesto que los propietarios quisieran recibir una indemnización o que se le devuelva su propiedad. En el marco de la normalización de las relaciones entre los dos países, se debería llegar a un acuerdo sobre el tema.
Hasta 2011, los cubanos que poseían una propiedad no podían venderla; solo podían “permutarla”. Una persona con un apartamento pequeño y renovado podía cambiarlo por uno más grande, pero que necesitaba reparaciones. Claro que un poco de dinero bajo la mesa podría compensar ciertas transacciones, aunque no fuera permitido.
Como a partir de 2011 se puede comprar o vender una propiedad, una nueva profesión vio la luz y ya está autorizada, la de agente inmobiliario. Al menos dos agencias inmobiliarias han abierto.
La primera surgió a finales de 2013, en el barrio de Nuevo Vedado, en La Habana. La Isla tiene un repertorio de 2300 propiedades y ha vendido 800 en menos de un año.
Es el comienzo de un nuevo mercado, sin embargo, hay una gran escasez de materiales al por mayor para poder llevar a cabo las renovaciones. La renta de apartamentos a los turistas en divisas comienza también a crecer en la isla.
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