Investigadores canadienses hallaron una forma novedosa y efectiva de ayudar a los pobladores de Uganda lisiados: el diseño y producción de piernas mediante la utilización de la tecnología de impresión en 3D.
El grupo de científicos canadienses, pertenecientes a la Universidad de Toronto, se valió recientemente de una impresora 3D para ayudar a una niña ugandesa a volver a caminar. En efecto, el equipo imprimió una prótesis que constituye el soporte destinado a sostener al miembro artificial, ajustándolo al cuerpo del receptor. Más tarde se le agrega el pilón y el pié, que son provistos por la Cruz Roja.
Matt Ratto, un profesor de Toronto y principal investigador del proyecto, cree que se trata de la primera pierna impresa en 3D que se usa fuera de los laboratorios y centros de ensayo.

Prótesis más baratas
El proceso reduciría considerablemente el costo de producción de piernas artificiales, algo particularmente importante en países como Uganda, donde los ingresos de la mayoría de la gente son limitados.
Un buen ejemplo de los beneficios que puede aportar este desarrollo de los investigadores canadienses, es el caso de una niña que nació sin su pierna izquierda y que, ante la falta de recursos en su familia para afrontar la compra de una prótesis, perdió los primeros dos años de su educación primaria. Con su nueva pierna 3D, la pequeña no sólo pudo integrarse a sus estudios, sino también volcarse a la práctica de deportes.
El 38 por ciento de la población ugandesa vive con menos de 1,25 dólares estadounidenses por día, por lo que le resulta imposible pagar el procedimiento, como indica Dolorence Were, de la Sociedad Ugandesa para Niños y Niñas Discapacitados. Normalmente, el costo mínimo de una prótesis es de 300 dólares, y a eso hay que agregar los gastos de hospitalización y viajes.
No obstante, en el caso de los niños hay que tener en cuenta que, ya que su físico sigue desarrollándose, generalmente necesitan un dispositivo nuevo aproximadamente a cada seis meses. Un joven adolescente expresó su angustia ante el futuro incierto que espera a su hermana de 4 años, receptora de uno de los diseños de los investigadores canadienses. “No estoy seguro sobre la forma en la que mi familia podrá afrontar el pago de futuras prótesis”, sostuvo, ya que la institución caritativa que solventó el pago del dispositivo, que la menor usa actualmente, decidió poner fin al financiamiento a partir de este año.

Falta de capacitación
El costo es solo una de las aristas del problema, pero el escollo principal reside en la carencia de personal capacitado para atender las necesidades de los pacientes, sostiene el profesor Ratto.
En efecto, la presencia de técnicos en prótesis es mínima en los países en desarrollo y la formación de nuevos especialistas demanda un período no inferior a los 3 años.
Según cifras de la Organización Mundial de la Salud, hay un faltante de 40.000 técnicos en prótesis en el mundo en desarrollo y se necesitarían 50 años para formar a tan solo 18.000 de ellos.
En Uganda hay cerca de 12 técnicos y 10 establecimientos preparados para la producción de prótesis.
Es aquí donde la impresión 3D pasa a jugar un rol primordial.
El proceso convencional para el diseño de una prótesis abarca 6 días, pero con el uso de la impresión en 3 dimensiones ese lapso se reduce a 6 horas. Unos pocos minutos son suficientes para hacer un escaneo de lo que queda del miembro afectado. Según los especialistas, el tiempo ahorrado en estos dos procesos ayudaría a incrementar en 5 o 6 veces el número de pacientes atendidos por semana.

Beneficios extendidos
El proyecto en Uganda continuará por otros 6 meses, mientras los investigadores de Toronto analizan la prestancia y fiabilidad de los diseños producidos en 3D.
Para el profesor Ratto, la experiencia tendrá efectos beneficiosos en los pacientes en Canadá. “Todo lo que estamos aprendiendo podrá ser utilizado en los países desarrollados”, afirma, ya que los conocimientos adquiridos podrán ser volcados en la producción de prótesis más eficientes y económicas para los canadienses.

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