Las autoridades de El Salvador enviaron de regreso este jueves a 14 líderes de las violentas maras a una cárcel de máxima seguridad en un intento por contener la oleada de asesinatos de policías.
Con esta decisión llega a su fin un fracasado proceso de tregua que buscaba reducir los elevados niveles de homicidios en el pequeño y violento país centroamericano.
En marzo del 2012 los cabecillas de las pandillas fueron trasladados de una prisión de máxima seguridad en la ciudad de Zacatecoluca hacia otras prisiones para que puedan coordinar con otros miembros de las violentas organizaciones criminales los detalles de una tregua.
En una conferencia de prensa el ministro de Justicia y Seguridad, Benito Lara, confirmó que los jefes de las bandas están siendo enviados de vuelta a la prisión de alta seguridad.
Auspiciada por el gobierno del ex presidente Mauricio Funes (2009-2014), la tregua buscaba un cese de la violencia entre la Mara Salvatrucha (MS-13) y su acérrimo rival, Barrio 18.
En un principio esa tregua logró reducir en más de la mitad el número de homicidios en la nación de seis millones de habitantes.
Sin embargo, con el tiempo la tregua se debilitó. Las muertes, desapariciones y cementerios clandestinos aumentaron. Las cifras oficiales indican que en 2014 los homicidios se elevaron en un 57 por ciento en comparación al 2013, para llegar a 3.192 muertes.
Por otro lado, un total de 39 policías fueron asesinados en 2014, mientras que otros nueve fueron ejecutados entre enero y febrero de 2015 en emboscadas y ataques a sedes policiales.
Ante el incremento de los delitos, el gobierno del presidente Salvador Sánchez Cerén rechazó toda negociación con las pandillas, autorizó a los policías a disparar con discreción ante amenazas y ha solicitado sanciones severas contra las personas que cometan delitos.
Creadas en la ciudad estadounidense de Los Ángeles, las maras se extendieron por México y Centroamérica donde se disputan a muerte el control de la venta de drogas, armas y las extorsiones en los territorios bajo su control.
Raúl Mijango, uno de los mediadores de la tregua, dijo que antes de los traslados, los cabecillas de las maras le expresaron su voluntad de mantener el proceso de paz, pese a que ya no tendrán contacto con el resto de sus miembros.
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