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Los peligros de jugar con nuestro reloj biológico

Una vez más, buena parte de Canadá se apresta a modificar el próximo domingo su uso horario, adelantando una hora los relojes, para colocarlos en lo que se llama popularmente como horario de verano o DST.

Es de esperar que tras el duro invierno que se apresta a terminar, serán muchas las personas que estarán contentas de tener una hora más de luz solar cada día.

¿Pero cómo afecta ese cambio en nuestro organismo? ¿Es inofensivo o tiene consecuencias negativas en nuestra salud, tanto física como psíquica?

Dormir no es un lujo, es una necesidad impostergable.
Dormir no es un lujo, es una necesidad impostergable. © Stock photo © stacey_newman

No uno, sino varios relojes internos

En Canadá, el 25 por ciento de los trabajadores tiene un horario de trabajo que lo obliga a modificar sus ciclos de sueño. Entre ellos se encuentran los que cumplen tareas muy temprano en la mañana y aquellos que tienen turnos laborales nocturnos, independientemente de la tarea que cumplan.

Esta situación podría implicar un desarreglo de lo que llamamos reloj biológico, es decir, un sistema intrincado de “relojes internos” que son los que regulan el funcionamiento de nuestro organismo.

El reloj principal o maestro se encuentra alojado en el cerebro, pero hay muchos otros repartidos por todo nuestro cuerpo, incluyendo el corazón, los pulmones, el hígado, el aparato genital, etc.

A largo plazo, las personas que se ven sometidas a regímenes de trabajo o a cuestiones climáticas que modifican el horario de su organismo, están más expuestas a desarrollar problemas de orden metabólico, trastornos cardiovasculares o, incluso, algunos tipos de cáncer.

Un remedio tradicional para estos casos es la luminoterapia, es decir, el uso de luz para regular el reloj biológico central, aquel alojado en el cerebro. Pero la falla que tiene este procedimiento es que el resto de nuestros relojes internos no responden al tratamiento y los efectos negativos de esta falta de sincronización sobre la salud permanecen.

El ritmo circadiano está regido por múltiples relojes internos.
El ritmo circadiano está regido por múltiples relojes internos. © Radio-Canada/Charles Plourde

Sincronizando los relojes

Pero esta situación podría cambiar. Un equipo de Investigadores del Instituto Universitario en Salud Mental Douglas y de la Universidad McGill, ambos de Montreal, demostró recientemente que es posible sincronizar los diferentes relojes biológicos periféricos mediante la ingestión de comprimidos de glucocorticoides, una molécula similar al cortisol que el cerebro secreta naturalmente y que permite al reloj central comunicarse con los diferentes relojes periféricos.

Según la persona a cargo de la investigación, la doctora Diane B Boivin, directora del Centro de Estudio y de Tratamiento del Ritmo Circadiano, del Instituto Universitario de Salud Mental Douglas, no se trata de una píldora milagrosa y puede tener efectos secundarios.

De todos modos, los resultados de la investigación permiten avizorar nuevas pistas terapéuticas, que incluyan la luminoterapia y los comprimidos de glucocorticoides.

Nuestra salud depende de respetar nuestros relojes internos.
Nuestra salud depende de respetar nuestros relojes internos. © Stock photo © lindenblade

Malos hábitos y salud

La doctora Boivin recuerda la importancia del “vínculo existente entre la luz y el reloj biológico, ya que este controla el momento del día en el que necesitamos dormir o estar despiertos”. En efecto, cuando el reloj recibe el impulso exterior que le envía la luz o la oscuridad, el proceso ajusta nuestro organismo para adecuarnos al medioambiente en el que vivimos.

Nuestro cuerpo es sensible a lo que podríamos denominar “fotoperíodo”, es decir, reacciona al tiempo en que nos exponemos a la luz y de esa exposición dependerá la forma en la que responderá nuestro organismo.

Eso hace, por ejemplo, que en invierno, cuando menos luz solar hay durante cada jornada, nos sentimos más cansados, somnolientos, carentes de energía.

La vida moderna ha modificado drásticamente el tiempo que pasamos expuestos a la luz, a partir de la utilización de fuentes artificiales de iluminación. Numerosos estudios demuestran la incidencia que tiene el hecho de llevarnos nuestra tableta digital a la cama, para ver contenidos de nuestro interés antes de entregarnos en brazos del sueño. Ese hábito produce un efecto fisiológico, además de físico. Nuestro reloj biológico es muy sensible a la luz azul que produce ese tipo de dispositivos. Como resultado, se incrementa la producción de melatonina y el mensaje que recibe nuestro cuerpo es que estamos en un sitio donde es más temprano que donde nos encontramos realmente. Por la noche no tendremos ganas de dormir y, a la mañana siguiente, cuando sea hora de levantarse, nos sentiremos agotados por la falta de sueño.

Contrariamente a lo que pensamos, ese reloj biológico no funciona el día completo, de ahí que hablamos de ciclo circadiano, que significa alrededor del día. El equilibrio entre día y noche es esencial para mantener nuestro “cronómetro interno” en hora.

 

El uso de aparatos electrónicos antes de dormir es desaconsejado.
El uso de aparatos electrónicos antes de dormir es desaconsejado. © iStockphoto

Consejos simples y prácticos

Más allá de los avances científicos en este campo, los especialistas concuerdan en que siguen siendo útiles los mismos viejos consejos a la hora de poner nuestro reloj biológico en hora:

–      Acostarse y levantarse a horas regulares.

–      Durante la noche, es mejor permanecer en espacios con poca o ninguna iluminación.

–      Antes de dormir, evitar el uso de aparatos electrónicos que podrían inhibir la secreción de melatonina

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Categorías: Salud, Sociedad
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