El cineasta quebequense André Melançon nació y creció en Rouyn-Noranda, en la región de Abitibi-Temiscamingue, norte de Quebec. Después de haber terminado sus estudios secundarios se fue durante un año a Perú. Es quizá en ese momento que nació la relación que debía guardar después con América Latina.
EscucheA su regreso a Quebec se graduó como psico-educador antes de comenzar a trabajar en el Consejo Quebequense para la difusión del Cine y es a partir de 1970 que comienza verdaderamente su carrera como cineasta y en algunos casos como actor. Pero es sobre todo como director de cine para adultos y niños que el público quebequense conoce a André Melançon.

Fue a principios de 1980, que el productor Rock Demers comienza la producción de una serie de películas para toda la familia titulada Cuentos para todos. La Guerre des Tuques o La guerra de los gorros, la primera película de esa serie tuvo un gran éxito. André realizó otras tres películas de esa serie: Bach et Bottine, Daniel et les Superdogs y Fierro l’été des secrets o El Verano del Potro, como se tradujo en español.
El Verano del Potro, una película que cuenta la historia de tres niños de una familia de Buenos Aires que pasan las vacaciones de verano en la hacienda de su abuelo en la pampa argentina, marca un hito en la relación que André Melançon mantendrá durante largo tiempo con Latinoamérica y en particular con Argentina y el cine argentino. La música de esta película como otras de André Melançon y de otros cineastas quebequenses, la hizo el gran músico argentino Osvaldo Montes, un amigo en común que tenemos André y yo.
Durante la décimo séptima ceremonia de los premios Jutra, que recompensan lo mejor del cine quebequense, se le rindió un vibrante homenaje a André Melançon y se le entregó un Jutra por su obra cinematográfica. Una recompensa que él apreció mucho.
El gran cineasta quebequense, que lucha desde hace 9 años contra la leucemia y que se encuentra en remisión desde 2 años y medio, dice que su enfermedad no le impide seguir trabajando y que lo único que cambia es que reduce un poco su ritmo. Desde entonces le ha tocado aprender a ir más despacio, lo cual, dice, no es malo. André Melançon decía en entrevista con Radio Canadá que todavía no está dispuesto a “colgar la cámara”, porque a él le gusta muchísimo su oficio y lo va a seguir haciendo hasta que pueda.

Ya para terminar, me gustaría agregar que André Melançon es actor también y los que lo conocen recordarán su memorable actuación en El lado oscuro del corazón, del cineasta argentino Eliseo Subiela, en su papel de Erik, un inmigrante canadiense que fue a Argentina con la idea de encontrar una nueva vida y una mujer con quien compartirla.
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