El papa Francisco, durante su tradicional bendición Urbi y Orbi del domingo de Pascuas en la plaza Saint-Pierre, oró por el fin de las persecuciones contra los cristianos, tres días después de la masacre de Garissa, en Kenia.
“A Jesús victorioso, pidámosle aligerar los sufrimientos de tantos de nuestros hermanos perseguidos por culpa de su nombre, como también de todos esos que padecen injustamente como consecuencias de conflictos y de violencias actuales. ¡Hay tantos!”, evocó el jefe de la Iglesia Católica a decenas de miles de fieles, reunidos bajo la lluvia.
“Que una plegaria incesante se eleve de todos los hombres de buena voluntad para esos que han perdido la vida, asesinados el jueves pasado en la Universidad de Garissa, en Kenia, para todos esos que fueron secuestrados y para esos que han tenido que abandonar sus casas y las cosas que afeccionan”, agregó.
El papa, que celebraba la fiesta de Pascuas por tercera vez desde su elección, habló desde su balcón central en la basílica de Saint-Pierre.
Él hizo un llamado al fin de la violencia en Libia, donde en febrero pasado los yihadistas del grupo armado Estado Islámico decapitaron a 21 cristianos coptos egipcios.
“Pidamos la paz para Libia, para que terminen el absurdo derramamiento de sangre y toda la violencia bárbara, y que todos esos a quienes les importe el destino del país pongan en marcha todas las acciones necesarias para favorecer la reconciliación y para edificar una sociedad fraternal que respete la dignidad de la persona”, dijo.
En Yemen, igualmente, esperamos que prevalezca una voluntad común de pacificación, para el bien de toda la población”.
El soberano pontífice de 78 años también rezó por la paz en siria, en Irak, en Sudán, en Sudán del Sur, en la República Democrática del Congo, así como en Nigeria, donde hacen estragos los islamistas de Boko Haram.
“Pidamos la paz para tantos hombres y mujeres sometidos a nuevas y antiguas formas de esclavitud por parte de personas o de organizaciones criminales”, agregó.
“Paz y libertad para las víctimas de los traficantes de drogas, frecuentemente ligados a los poderes que deberían defender la paz y la armonía en la familia humana. Pidamos la paz, además, para la gente sometida a los traficantes de armas, que ganan con la sangre de hombres y de mujeres”.
El papa evocó el acuerdo preliminar sobre el tema nuclear concluido, esta semana, en Lausanne, entre Irán y la comunidad internacional.
“Con esperanza, confiemos al Señor, que es tan misericordioso, el acuerdo obtenido en Lausanne en los últimos días, para que éste sea un paso definitivo hacia un mundo más seguro y fraterno”, expresó.
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