Le tomó casi cuatro años, y viajó cerca de 7 mil kilómetros. Científicos han descubierto que la radiación del desastre nuclear en Japón 2011 llegó a las aguas en Uclulet, la isla de Vancouver. Pero pesar de la gran expansión de la radiación, el problema de seguridad en Columbia Británica equivale a sólo una gota en el mar, comparado a las aguas japonesas.

Un terremoto y un consecuente tsunami golpearon Japón en marzo de 2011, devastando la planta nuclear de Fukushima, 209 kilómetros al noreste de Tokio. Más de 160 mil personas tuvieron que abandonar la zona. El agua, los alimentos y el aire quedaron contaminados.
Hace poco más de cuatro años, el mundo se sorprendió y asustó al ver como edificios de contención que albergaban los reactores nucleares explotaron en Japón.
El fracaso del sistema de enfriamiento de la planta resultó en cientos de toneladas de agua radiactiva que se derramaron en el océano.
Desde entonces los científicos han estado observando la propagación de esa agua a través del Pacífico.
En febrero de este año se detectaron formas radioactivas del elemento cesio que sólo podían proceder de Fukushima en las muestras recogidas en Ucluelet, en la costa oeste de la isla de Vancouver, con la ayuda de la Ucluelet Aquarium, informaron científicos de la estadounidense Woods Hole Oceanographic Institution.

La organización de investigación independiente privada basada en Cape Cod, Massachusetts ha estado monitoreando los niveles de radiación a lo largo de las costas de América del Norte en los últimos 15 meses, con la ayuda de científicos ciudadanos que están recolectando muestras de 60 sitios a lo largo de EE.UU. y la costa oeste de Canadá y Hawai , junto con una organización canadiense InFORM dirigida por el oceanógrafo Jay Cullen de la Universidad de Victoria.
El investigador dice que se ha detectado radioactividad en el mar, y ahora, una muestra recogida en febrero confirma que se encamina a otras partes de la costa de Canadá.
Es la primera detección en Norteamérica de esta contaminación.
Y Cullen dice que no es una sorpresa.
Esperábamos estos niveles aquí y en base a los impactos que estamos viendo, tanto para los organismos que viven en el océano como para el público aquí en BC, que pasa mucho tiempo cerca del mar, estos niveles no representan una amenaza significativa para salud.
Los niveles hallados en Canadá son extremadamente bajos. Por ejemplo, nadar en esas aguas todos los días durante todo el año proporcionaría una dosis de radiación menor que una placa dental.
Cullen agrega que la cantidad de radiación que golpea la costa es tan baja que cumple con los estándares de agua potable.
Son del orden de aproximadamente 7 unidades en un metro cúbico de agua de mar. La concentración máxima permitida de estos isótopos en el agua potable es de aproximadamente 10.000 unidades, así que están por debajo de los niveles que se permiten en el agua potable.
Los científicos saben que la radiación se originó en Japón debido a un tipo particular de isótopo radiactivo, el Cesio 134, que se degrada de forma relativamente rápida.
Si vemos el 134 en una muestra, al igual que esta muestra de agua de mar en particular de Uclulet, sabemos que el agua de mar está siendo afectada por la catástrofe de Fukushima.
Ken Buesseler, un químico marino de la Institución Oceanográfica Woods Hole en Cape Cod, Massachusetts, dice que el vasto Océano Pacífico diluye la radiactividad, pero todavía hay incógnitas sobre el impacto en Japón y su entorno marino.

Siempre nos fijamos en Japón, los niveles allí fueron de decenas de millones de veces mayores hace 4 años cuando esto había ocurrido, eso es un nivel que me preocupa.
Buesseler dice que modelos científicos predicen que la radiación que llega será mínima, que va a aumentar en nivel y luego va a disiparse en los próximos años. Pero que incluso esos niveles más altos no supondrán una amenaza para la salud humana o la vida marina aquí en Norteamérica.
La planta nuclear de Fukushima, Daiichi, sufrió múltiples colapsos tras un terremoto y el tsunami de marzo de 2011. La radiación comenzó a filtrarse desde la planta cuando el terremoto de magnitud 9 y un tsunami el 11 de marzo noquearon a sus sistemas de enfriamiento.
Fue un «accidente grave» de nivel 7 y el peor desde el desastre nuclear en Chernobyl, Ucrania, en 1986.
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