Un trabajador migrante peruano que sufrió un accidente después de llegar a trabajar en Canadá está ahora cerca de hacer realidad su sueño, en lo que algunos expertos legales llaman un movimiento significativo por parte del gobierno.
Juan José Ariza fue uno de los 14 hombres involucrados en un accidente de tráfico mortal en el suroeste de Ontario, en febrero de 2012.

Once murieron en el accidente. Ariza sobrevivió con lesiones graves – y después de someterse a un extenso tratamiento en Canadá- se encuentra ahora camino a ganar el derecho a vivir aquí permanentemente.
«Es una buena noticia», dijo un Ariza de voz suave, en una entrevista exclusiva con CBC News en Toronto.
Él está en la ciudad por un programa de seis semanas de rehabilitación intensa, dirigido a reducir su nivel de dolor y aumentar su fuerza.
«Me siento de 60 a 70 por ciento», dijo. «Todavía estoy trabajando duro para sentirme más fuerte que antes.»
Ariza resultó herido en el accidente en su primer día en el trabajo. Había venido a Canadá desde su casa en las afueras de Lima, Perú, para trabajar en una granja, vacunando pollos.
Él era uno de los 13 trabajadores agrícolas migrantes que viajaban en una furgoneta que chocó con un camión cerca de Hampstead, Ontario. Diez hombres de la camioneta, así como el conductor del camión, murieron esa noche. Ariza y los otros dos sobrevivientes resultaron gravemente heridos.

Edgar Sila Puma – el herido más grave – estuvo en coma durante cuatro meses después del accidente y sufrió daño cerebral permanente. Ahora vive en una casa de cuidados en Hamilton. Su cuñado, John Edwards, dice que Sila Puma ha tenido problemas de salud y que casi murió el año pasado después de ser readmitido en el hospital, pero que ahora se está recuperando.
Javier Aldo Medina fue trasladado a una casa de la tercera edad en London, Ontario, después de su tratamiento inicial. Él solicitó la residencia permanente en Canadá, pero regresó a Perú en diciembre de 2012 y abandonó su pedido. Ahora trabaja como taxista en el Perú.
Ariza sufrió una fractura de pelvis y de las costillas, Tiene una mano y una rodilla muy dañadas.
En un momento Ariza volvió a Perú para estar con su esposa e hijo, sin saber si se le permitiría volver a Canadá. Recibía una compensación de la asociación de trabajadores de Ontario que le siguió pagando la mayor parte de su salario y se suponía que debía cubrir la mayor parte de sus gastos médicos, pero el papeleo y la burocracia eran frustrantes y el nivel de atención era menor que el que le ofrecían los médicos en Ontario.
Ciudadanía e Inmigración de Canadá le concedió a Ariza un permiso de residencia temporal (PRT) que le permitió regresar a Canadá por dos años para el tratamiento de rehabilitación. El permiso, sin embargo, era sólo para él – no su esposa y su hijo pequeño- por lo que dejó atrás nuevamente a su familia.
Durante todo este tiempo, Ariza ha estado luchando por la residencia permanente, el permiso de las autoridades canadienses para que él y su familia puedan instalarse en Canadá.
Solicitud aprobada …en principio
La reciente decisión del Gobierno de conceder la residencia permanente a Ariza marca un cambio de tendencia en el caso.
Ahora, con su solicitud aprobada en principio, el abogado de inmigración Michael Loebach dijo que Ariza, «está en un 95 por ciento camino» a su objetivo de establecerse en Canadá de forma permanente.
La consultora de inmigración de Ariza, Angélica González, ha manejado el caso de forma gratuita. González dice que ahora está «muy optimista» sobre el futuro de Ariza.
Janet McLaughlin, una profesora en estudios sobre la salud de la Universidad Wilfrid Laurier en Waterloo, Ontario, está de acuerdo en que el caso de Ariza es «muy inusual», ya que ha obtenido la residencia permanente.
Ella ha estudiado la situación de los trabajadores migrantes durante más de una década.
«Hay muchos, muchos más trabajadores aquí cuyos casos no recibieron una atención mediática nacional. A diferencia del de Ariza, que involucró las muertes de muchos trabajadores», dijo. «Pero cada año oímos hablar de trabajadores que fueron asesinados o heridos en el trabajo que no son noticia a nivel nacional debido a que sus muertes no fueron parte de un enorme accidente.
«Estos trabajadores están sufriendo en silencio», añade McLaughlin. «Ellos no están recibiendo una atención nacional. A menudo no reciben tampoco la atención a largo plazo que necesitan.»
McLaughlin preparó un informe el año pasado que ilustra el problema. El trabajo agrícola es peligroso, dijo, y muchos trabajadores no reportan enfermedades o lesiones a los empleadores porque no conocen sus derechos y temen perder sus puestos de trabajo.
Luego son enviados a sus países, dijo McLaughlin, donde no pueden obtener un acceso adecuado a los cuidados médicos ni en muchos casos, tampoco reciben la indemnización. Si no son capaces de trabajar, toda la familia sufre, dijo.
Desde que presentó su informe del año pasado, McLaughlin dijo que no ha «visto ningún cambio fundamental».
McLaughlin recomienda medidas para que los trabajadores conozcan sus derechos y para garantizar que no serán despedidos o castigados si plantean preocupaciones o se lesionan.
«Si estos trabajadores son parte de nuestra economía están contribuyendo con sus impuestos, están aportando a los programas de beneficios. Cuando más lo necesitan debemos proporcionarles ese apoyo», dijo McLaughlin, llamándolo una «obligación moral».
Mientras tanto, Ariza espera por su estatus para poder traer a su familia a Canadá de forma permanente.
Por razones que escapan a nuestro control, y por un período de tiempo indefinido, el espacio de comentarios está cerrado. Sin embargo, nuestras redes sociales siguen abiertas a sus contribuciones.