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Seguridad, confianza o paranoia: el control de los adolescentes mediante aplicaciones de teléfonos inteligentes

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Hoy en día, existen cientos de aplicaciones para teléfonos inteligentes que permiten el control de otros dispositivos, como por ejemplo, los teléfonos de sus hijos. Si bien el regulador independiente de la industria de la comunicación del Reino Unido, Ofcom, afirmó en uno de sus informes publicados en internet que un niño de 6 años se maneja mejor con la tecnología que un adulto de 45 años o más, son los adultos los que tratan de familiarizarse con la tecnología e incursionan en la utilización de aplicaciones específicas para controlar la actividad de sus hijos, algunos por seguridad, otros por falta de confianza y muchos otros por raptos de paranoia sobre las actividades de sus hijos.

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Muchas de estas aplicaciones nacieron para supervisar, monitorear y controlar que es lo que el adolescente puede hacer con el teléfono, determinando por ejemplo que aplicaciones se pueden usar y en qué momentos se puede estar conectado internet. Luego llegó la época del control de las llamadas salientes y entrantes y los mensajes, entre otros. También aparecieron, conjuntamente con el avance de las interacciones en las redes sociales, las aplicaciones para controlar lo escrito en Facebook, Twitter y tantas otras plataformas en línea. Por último, y como frutilla de la torta, para aquellos que temen por la seguridad de sus hijos, para los que no tienen confianza o para aquellos que sufren de delirios paranoicos con respecto a las actividades de los jóvenes, es posible monitorear los desplazamientos mediante GPS para saber exactamente donde se encuentra un teléfono o si cambió de posición en un lapso determinado, o activar la cámara y la grabación de audio a partir de un dispositivo remoto para monitorear las charlas en tiempo real.

Evidentemente la obsesión por el control está llegando a límites impensados pues varias de estas aplicaciones, gratuitas en las tiendas de las marcas más conocidas, ya han superado el millón de descargas.

Analistas de tecnología aseguran que el uso de estas aplicaciones está en neto crecimiento pues la llegada de teléfonos inteligentes a chicos cada vez más jóvenes es un hecho, y la necesidad de saber que uso hacen de estos aparatos y dónde es parte de la preocupación de sus progenitores.

Sin embargo, es interesante notar que no todos los padres tienen la misma percepción sobre este asunto. Un estudio realizado en América Latina por el portal Chicos.net sobre el impacto de la tecnología en niños y niñas definió cuatro perfiles diferentes de padres, en función de su actitud, frente a la vigilancia de sus hijos.

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Se puede encontrar el padre “Espía”, que no duda ni un segundo en vulnerar la intimidad de sus hijos, amparado en el discurso de “hacerlo por el bien de la criatura”, sin remordimiento alguno. Según el estudio, son los padres que no logran pautar reglas explícitas son sus hijos, pero luego pretenden revisar todo lo que el adolescente hace en su intimidad. Otra categoría es el padre “Marcador”, son aquellos sobreprotectores que se reconocen temerosos por la vulnerabilidad de sus hijos pues piensan que son y serán ingenuos e inocentes. Luego se encuentran, según este estudio, a los padres “Guardaespaldas”; son aquellos que buscan una relación de “amigos” con sus hijos”. Es aquel que pretende controlar de manera tímida, casi sin ningún tipo de presión, por miedo a generar roces y discordancias con los hijos. La última categoría según este estudio en América Latina es el “Sembrador”. Es aquel padre que intenta estar presente y hacerse cargo de la situación sin ser ni cómplice ni amigo de sus hijos, sembrando de antemano las bases en lugar de esperar y tener que arrojarse sobre un problema en particular.

Pero la pregunta se impone: con las cosas que pasan hoy en día,  ¿está o no justificado “espiar” a los adolescentes pensando que la protección pasa por encima de la privacidad y de los derechos de ese individuo?

La idea, según ciertos especialistas, es por sobre todas las cosas, considerar al joven como un sujeto de derechos, que piensa, siente y actúa en consecuencia, con cierta autonomía. Lo más importante es justamente, intentar encuadrar y poner límites claros a ese joven para que pueda discernir y tomar las decisiones adecuadas sabiendo que los retos de hoy en día son mucho más exigentes que hace 15 o 20 años atrás. Y sobre todo, entender que, los adolescentes pueden considerar hacer cosas sin que sus padres se enteren, como lo hicimos nosotros a esa edad.

Fuentes: Agencias, Clarin,

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Categorías: Internacional, Internet, ciencias y tecnologías, Sociedad
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