En Iraq, milicias chiítas se dirigen hacia Ramadi para ayudar a las fuerzas gubernamentales que intentan retomar la ciudad que cayó este fin de semana bajo el control del grupo armado Estado Islámico, EI.
El Secretario de Estado estadounidense John Kerry, afirma que cree en la posibilidad de expulsar a los combatientes del EI de la ciudad de Ramadi, capital de la provincia de Anbar, situada a un centenar de kilómetros al oeste de Bagdad, capital de Iraq.
Durante una conferencia de prensa en Seúl, donde se encuentra en este momento, el jefe de la diplomacia estadounidense dijo que tiene una “confianza absoluta de que la situación se invertirá en los próximos días”.
El grupo armado Estado Islámico anunció ayer domingo haber tomado el control total de Ramadi, infligiéndo a las fuerzas gubernamentales iraquíes la más importante derrota desde el verano pasado, cuando lo yihadistas se habían tomado la ciudad de Mosul y una gran parte del norte del país.

Un concejal de la provincia de Anbar describió la situación en Ramadi como “un derrumbe total” y precisó que los responsable locales habían votado en favor de un despliegue de las milicias paramilitares chiítas en este territorio mayoritariamente sunita para tratar de contener el empuje de los combatientes del EI.
El primer ministro iraquí Haidar Al-Abadi -que se había abstenido hasta el momento de implicar a las milicias chiítas en pleno centro del territorio sunita iraquí por temor a enfrentamientos confesionales- se decidió finalmente a pedirles su apoyo.
Las milicias Hachid Chaabi o Comité de movilización popular, que reagrupa las fuerzas paramilitares chiítas, recibieron la orden de movilizarse, afirma uno de sus portavoces.
Según fuentes cercanas de la gobernación provincial, los combates de Ramadi, dejaron un saldo de unos 500 muertos, entre soldados y civiles, en los últimos días, mientras que entre 6.000 y 8.000 habitantes huyeron de la ciudad.
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