Largas filas de ahorristas se formaron el lunes por la mañana frente a los cajeros automáticos de los bancos de Atenas, cuando las máquinas comenzaron a distribuir cantidades limitadas de dinero en la capital griega.
Las personas jubiladas sitiaron las sucursales bancarias, que permanecen cerradas. La mayoría de los retirados griegos no poseen una carta de cliente bancario y deben retirar sus fondos de los cajeros, lo que significa que actualmente no tienen acceso a su dinero.
Un límite de 60 euros por día fue impuesto a las extracciones de los cajeros automáticos.
Los bancos y la bolsa siguen inactivos desde hace una semana, luego que el primer ministro, Alex Tsipras, sorprendió al anunciar la realización de un referendo el domingo próximo, sobre las medidas de austeridad que los acreedores internacionales quieren imponer a Grecia.
Tsipras recomendó a sus conciudadanos que rechacen esas exigencias al momento de votar, en lo que parece cada vez más un referendo en torno a la permanencia o salida del país de la zona del euro.
El ministro de Finanzas se comprometió a explicar en las próximas horas la forma en la que el público podrá cobrar sus fondos de retiro.
El límite impuesto a las extracciones bancarias tiene como objetivo impedir una implosión del sistema bancario y presionar a los acreedores internacionales. Sin prolongación del programa de rescate de Grecia, que vence el martes, Atenas perderá acceso a 7.200 millones de euros en fondos de urgencia y, de ese modo, no podrá cancelar un pago de 1.600 millones que adeuda al Fondo Monetario Internacional, que debería abonar el mismo día.
Largas filas se formaron también frente a las estaciones de combustible. Varios comerciantes sólo aceptan pagos en dinero en efectivo.
Las negociaciones entre Grecia y sus socios europeos se encuentran en un punto muerto, con cada parte acusando a la otra de ser la responsable del impase.
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