En la ciudad de Kingston, de unos 124.000 habitantes en la provincia de Ontario, las vacas están más cerca de volver a casa, que está en la cárcel. Lo que ocurre es que la prisión de la ciudad tenía una granja como programa de rehabilitación de los prisioneros. El anterior gobierno del conservador Stephen Harper eliminó de un plumazo ese programa hace cinco años.
Ahora los partidarios de ese programa federal, organizados en una cooperativa, están haciendo todo lo posible para su restablecimiento.
La Cooperativa Pen Farm Herd fue establecida después de que cientos de personas no lograron impedir que los conservadores de Harper cierren la granja que llevaba más de un siglo de operaciones. Jeff Peters y Dianne Dowling son dos de sus miembros fundadores.
Dowling y Peters, junto con cientos de ciudadanos, encabezaron una campaña de protesta que duró un año para tratar de evitar el cierre de la granja. Ellos marcharon hasta el Parlamento canadiense, llevaron a cabo protestas semanales y levantaron bloqueos para evitar que las cerca de 300 vacas sean vendidas.
La Cooperativa Pen Farm Herd, que adquirió algunas de las reses de la antigua granja tras el cierre ordenado por los conservadores, indicó que pudo lograr un compromiso de parte del nuevo gobierno del liberal Justin Trudeau para reabrir las operaciones en la Penitenciaría de Collins Bay, en la ciudad de Kingston.
El Gobierno federal canadiense y el Departamento de servicios correccionales de Canadá cerraron la granja que había estado en operaciones por más de un siglo. Se llamaba Granja Frontenac, y junto a ella fueron cerradas muchas otras en todo el país.
Esta Granja Frontenac era considerada una de las mejores granjas lecheras en Canadá y poseía un rebaño que había ganado varios premios. También daba empleo a decenas de presos y producía leche y huevos para las 15 áreas de la cárcel, así como para los bancos de alimentos locales. Las autoridades dijeron que esta granja incluso llegó a producir ganancias.
En 2009, el ministro conservador de Seguridad Pública, Vic Toews, decidió cerrarla con el argumento de que “ya no era una manera útil para rehabilitar a los reclusos y que menos del uno por ciento de ellos aprendió alguna habilidad pertinente.»
Los granjeros no pueden aceptar que alguien diga semejante cosa, declaraba Dianne Dowling, quien dirige una granja de productos lácteos orgánicos en el área de Kingston y es miembro fundador de la cooperativa.
Tras el cierre de la granja, ella compró 24 vacas y siguió encargándose de criar a la manada. Ella dice ahora que ha llegado el momento de enviar a las vacas de regreso a la granja de la cárcel, donde podrán ser de nuevo atendidas por los prisioneros.
Jeff Peters y Dianne Dowling, responsables de la cooperativa señalaron que desarrollaron un plan de negocios que ya recibió la aprobación preliminar de los liberales para el restablecimiento de un hato de reses en la granja-prisión de Kingston.
El ex alcalde de la ciudad y ahora diputado federal del Partido Liberal en el poder Ottawa, Mark Gerretsen, dijo que este plan de regresar a las vacas a la granja de la cárcel y reanudar las operaciones era una de sus prioridades.
Peters y Dowling estiman que tomará un año y se necesitarán unos 2 millones de dólares para poner a funcionar de nuevo la granja. Ellos dicen que parte del financiamiento podría venir del dinero que el gobierno anterior se embolsó cuando vendió las vacas y parte del equipo de crianza de reses.
Fuente: CBC/M. Brosnahan
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