Arabia Saudita recibió el apoyo este lunes de sus aliados sunitas en su creciente disputa diplomática con Irán, tras la ejecución ordenada por la rígida monarquía saudita del jeque Nimr Baqr al-Nimr un prominente clérigo chiita.
Esta ejecución, que incluyó otras 46 personas, fue criticada por el gobierno canadiense que se opone a la pena de muerte. Las acciones sauditas también muestran una agravación de un conflicto regional que refleja las profundas divisiones religiosas en Medio Oriente
Bahréin y Sudán anunciaron la suspensión de relaciones con Irán, imitando la decisión tomada por Riad el pasado domingo, que dio a los diplomáticos iraníes en Arabia Saudita un plazo de 48 horas para abandonar el reino. El ministro saudita de Relaciones Exteriores, Adel al-Jubeir, anunció que su país cortará el tráfico aéreo y las relaciones comerciales con Irán.
El responsable saudita culpó lo que considera «políticas agresivas» de Irán como la causante de la ruptura diplomática, en alusión a los años de tensiones que alcanzaron un punto crítico el pasado sábado, cuando manifestantes iraníes manifestaron su indignación por la ejecución del Jeque asaltando la embajada saudí en Teherán.
Los Emiratos Árabes Unidos (EAU), donde residen cientos de miles de iraníes, disminuyó parcialmente el nivel de sus vínculos con Teherán. Otros países árabes del Golfo, como Kuwait, Qatar y Omán, optaron por mantenerse al margen de la disputa.
Irán acusó el lunes a Arabia Saudita de utilizar el ataque a su embajada como una «excusa» para romper relaciones y agudizar las tensiones sectarias, después de que chiitas en varias partes del mundo condenaron la ejecución del clérigo por orden de Riad.
El presidente de Irán, Hassan Rohani, condenó la ejecución del jeque Baqr al-Nimr por Arabia Saudita, señalando que se trataba de una nueva acción de la monarquía saudita para instigar el sectarismo y el terrorismo en Medio Oriente.
Los precios del petróleo se dispararon durante las operaciones en Europa mientras los dos grandes exportadores de petróleo se enfrentaban públicamente en la arena internacional. Los precios cayeron más tarde ante la debilidad económica en Asia.
China, un importante importador de petróleo, declaró estar «muy preocupada» por los hechos, en una inusual intervención en torno a los asuntos diplomáticos de Medio Oriente. Estados Unidos y Alemania pidieron a los rivales a actuar con mesura, mientras que Rusia se ofreció para mediar y ayudar a poner fin a la disputa.
Arabia Saudita ejecutó a Nimr y a otros tres chiitas, a los que acusó de terrorismo el domingo, junto a decenas de yihadistas sunitas. Irán declaró “mártir” al religioso chiita muerto y advirtió a la familia gobernante saudita Al Saud sobre una «venganza divina».
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