Popole Misenga dejó detrás a su Congo natal en 2013 para refugiarse en Brasil. Tres años más tarde, el yudoca podría vivir el sueño más grande de su nueva vida: participar en los Juegos Olímpicos en el equipo de atletas refugiados del Comité Olímpico Internacional, COI.
Popole Misenga no dudó un solo instante cuando se presentó la ocasión de participar en el Campeonato Mundial de Yudo que se llevaba a cabo en agosto de 2013, en Río de Janeiro, Brasil. Después del torneo, escogió el exilio y dejando detrás de él a la República Democrática del Congo.
Al atleta congolés le mataron su madre y desaparecieron su hermano durante los 5 años de guerra civil en Congo entre 1998 y 2003, y los siguientes. La guerra y la violencia que trataba de escapar dedicándose al yudo, le robaron a su familia. Para Popole Misenga no había ninguna razón de seguir viviendo en su país.

Cuando empezó a entrenarse en el Instituto Reaçao Judo Club en las afueras de Río de Janeiro, sus contrincantes vieron inmediatamente que había algo diferente en ese contendor.
No hablaba portugués y el francés, su segundo idioma, le servía muy poco en el país carioca. Pero, “el yudo es el yudo en cualquier lugar del mundo. Es universal”, se dijo y comenzó su entrenamiento.
Tres veces por semana viaja dos horas desde la favela donde vive hasta el Instituto Reaçao, su club de yudo. Con un 1m 79cms y casi 84 kilos, pequeñas trenzas en los cabellos, Misenga no es el mejor técnico, pero cuando compite, incluso cuando se entrena, cada combate es un combate por su propia vida, dice Popole Misenga. Geraldo Bernardes, su entrenador, lo ve ya en los Juegos Olímpicos.

Popole Misenga no es admisible para representar a Brasil en los Juegos de Río y por otra parte, renunció a competir bajo la bandera de Congo. Su tercera opción, la que más le interesa, es el equipo de entre 5 y 10 atletas refugiados que el Comité Olímpico Internacional formará con las 43 candidaturas que le han presentado los comités olímpicos nacionales.
El atleta de origen congolés cree que no solo será escogido, sino que será el primero. “Me sentiré muy orgulloso de ser el primer atleta refugiado en estos Juegos Olímpicos”, dice.
Además, su perfil y su recorrido corresponden perfectamente con la idea y el mensaje que el Comité Olímpico Internacional desea enviar al formar este equipo de atletas refugiados.
Kim Brunhuber/CBC/SRC
Por razones que escapan a nuestro control, y por un período de tiempo indefinido, el espacio de comentarios está cerrado. Sin embargo, nuestras redes sociales siguen abiertas a sus contribuciones.