Photo Credit: GI / DANIEL GARCIA

Luis Fondebrider y la ciencia que dialoga con los desaparecidos

Son treinta mil. A pesar de que nacieron con un nombre, en el seno de una familia, y que en muchos casos lograron crear otra, no se sabe dónde están. Pero el trabajo extraordinario de un grupo de científicos está logrando revertir esa historia. El Equipo Argentino de Antropología Forense que dirige y creó Luis Fondebrider en 1984, ha identificado hasta ahora a más de 700 personas desaparecidas, a 40 años del golpe de Estado en Argentina.

“En estos 30 años de democracia en Argentina se ha avanzado muchísimo en todo lo que es verdad,  justicia, reparación y memoria.  Creo que es un ejemplo a nivel mundial. Y en tal sentido se ha podido no solo identificar a muchas personas desaparecidas, encontrar a más de cien nietos desaparecidos, sino realizar avances importantísimos en términos de justicia y memoria.”

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Luis Fondebrider © DANIEL GARCIA/AFP/Getty Images)

Este 24 de marzo se cumplen 40 años del golpe de Estado en Argentina durante el cual miles de personas desaparecieron. Algunas están recuperando sus identidades gracias al trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense que dirige y creó Luis Fondebrider  en 1984.

Los inicios no fueron sencillos dado que en esos años la genética forense no estaba tan desarrollada como lo es ahora.

El equipo llevó a cabo importantes descubrimientos, como cuando exhumaron los cuerpos de las víctimas de lo que se conoció como la masacre de Fátima, la ejecución masiva de 30 detenidos,  o la identificación de los cuerpos de Azucena Villaflor y de la monja francesa Léonie Duquet, que habían aparecido en la costa atlántica en 1978, tras haber sido arrojadas al agua en los llamados vuelos de la muerte. También encontraron restos óseos cremados en las afueras de la ciudad de La Plata, en lo que fue el centro de detención Pozo de Arana, que tuvo como detenidos a los adolescentes de La Noche de los Lápices.

¿Cómo fue la primera vez cuando le puso un nombre a un desaparecido?

Fue un momento muy especial para nosotros, pero también para la persona porque de alguna manera se cerraba un ciclo de incertidumbre, de angustia por parte de esa familia y para nosotros era la culminación de la tarea que habíamos iniciado. Todo era muy nuevo para nosotros, nadie nos enseñó en la universidad como se le dice a un familiar que se encontró a su ser querido. Entonces fue mucho de ir aprendiendo a medida que íbamos realizando la tarea”.

40 años son muchos. ¿Existe un plazo a partir del cual será casi imposible poder identificar a las personas desaparecidas?

“Desde el punto de vista científico no existen limitaciones salvo esos casos donde los restos hayan sido totalmente destruidos, quemados, que tenemos algunos casos. Identificar significa comparar dos tipos de información. Cómo era esa persona en vida, que es la información que dan los familiares y compararlo con los restos que la información que uno realiza del análisis. En muchos casos hay padres que están muy ancianos, que se van muriendo, no obstante ello, es posible recuperar muestras de ellos para seguir la investigación. Así que en tanto haya deseos  de los familiares y voluntad, que lo sigue habiendo en la sociedad argentina, seguiremos trabajando.”

El trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense empezó a tener ecos en el mundo. Primero fue en América del Sur, a fines de los 80, cuando comenzaron a buscar víctimas de las últimas dictaduras militares en Chile y Brasil. Luego se extendieron hacia América Central, donde investigaron en Guatemala y El Salvador.
Pero la violación de derechos humanos no era patrimonio exclusivo de este continente y pronto los forenses conocieron realidades más distantes. A comienzos de los 90 viajaron a Kurdistán para buscar a la población kurda que fue víctima de los ataques del gobierno de Irak. Poco después realizaron uno de sus trabajos más trascendentes cuando fueron convocados por el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia para investigar las masacres ocurridas en Bosnia, Croacia y Kosovo.

El equipo da clases en más de 50 países sobre técnicas y metodologías para abordar casos en los que hubo violencia política, étnica o religiosa.

¿Es lo mismo buscar desaparecidos políticos en Argentina que mujeres solamente, por ejemplo, las de Ciudad Juárez?  ¿O las mujeres indígenas canadienses? ¿Por dónde empiezan?

“La problemática es bastante diferente. Nosotros comenzamos a conocer el tema de la violencia contra la mujer cuando en el año 2004 comenzamos a trabajar en Ciudad Juárez con los llamados feminicidios. Trabajamos varios años logrando resultados importantes  pero la temática era diferente. En primer lugar no era gente que la secuestraban y mataban por cuestiones políticas o religiosas, sino por cuestiones relacionadas más con la criminalidad, narcotráfico u otros elementos. Es decir, el patrón era diferente. Por otra parte eran casos actuales donde la posibilidad de que las personas estuvieran vivas era algo muy presente. Entonces tuvimos que invertir un poco en nuestras investigaciones, entender cómo funcionaba este fenómeno, y alertar a las autoridades que no se podían investigar estos casos como casos criminales comunes porque había un patrón, por lo menos en el caso de México y supongo que también en el de Canadá, que las mujeres son asesinadas por su condición de mujer. Un fenómeno que se da también en India, Sudáfrica y en muchas partes del mundo, y recién ahora, afortunadamente, está teniendo visibilidad, pero es una temática muy antigua, no es reciente”.

A nivel del antropólogo forense que es usted, después de tantos años, es posible seguir con ese trabajo sin que deje huellas en su persona? ¿Qué lo motiva a seguir?

La actividad que realizamos tiene que ver con la responsabilidad que tenemos los científicos en nuestra sociedad. En mi caso, en Argentina, con mis colegas, fuimos a la universidad pública donde el Estado invirtió en nosotros y decidimos hace muchos años devolver esa inversión a través de esta línea de trabajo de investigación. Pero también teniendo en cuenta que tenemos que hacernos responsables de la historia de nuestro país para que esto no se repita, para que sea un legado para las nuevas generaciones. Creo que en ese sentido, tenemos una deuda importante los científicos en muchas partes del mundo con estas miles de familias que no saben de repente que pasó con los seres queridos. En tal sentido, para nosotros la tarea es algo que nos da satisfacción, por eso la hacemos, por eso pensamos que se inserta  en una tarea colectiva  mucho más amplia que muchos sectores de la sociedad a los cuales nosotros solo aportamos un granito de arena más”.

Usted se encuentra en la ciudad de Winnipeg, que está recordando con una serie de eventos los 40 años del golpe militar argentino. Esa es otra consecuencia del golpe, los miles de argentinos que salieron del país, muchos de los cuales se refugiaron en Canadá. ¿Cuál será su participación?

“Somos tres colegas que vinimos a dar una ponencia donde desde diferentes ángulos reflexionamos este proceso que ha vivido Argentina y continúa viviendo con la ventaja que da el paso de los años y de una temática muy desarrollada en nuestro país, pero además generando un debate con la comunidad canadiense que asiste a este taller, escuchando otras voces, reflexionando, siempre es muy rico abordar esos problemas. El por qué los tuvimos y hacia dónde vamos. En tal sentido es un gusto, y estoy muy agradecido por la invitación que ha hecho el Dr. Jorge Nallim y la Universidad de Manitoba.”

Esto y más en la entrevista con Luis Fondebrider, director del Equipo Argentino de Antropología Forense, en su paso por Canadá.

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Categorías: Internacional, Sociedad
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