Para el analista político canadiense Marcelo Solervicens, América Latina enfrenta una situación de crisis de los populismos progresistas.
En los último mese se han visto masivas manifestaciones pidiendo la renuncia de la presidenta Dilma Rousseff en Brasil. En Venezuela la oposición también organiza manifestaciones exigiendo recortar el mandato del actual presidente Maduro, en Argentina los sectores sociales que irrumpieron en la escena política de ese país bajo los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández se encuentran ahora enfrentados al nuevo orden del presidente Mauricio Macri, que busca revertir la orientación del Estado de rechazo a los fondos buitre y colocarlo en sintonía con las instituciones financieras internacionales.
Una de las razones que Solervicens identifica como responsable de la crisis es la dificultad de articular un nuevo modelo de desarrollo económico, que no dependa tanto del extractivismo. Él cita como ejemplo la crisis en Venezuela, que está muy ligada a la caída de los precios del petróleo. En ese país no se ha previsto una estrategia económica que permita diversificar la economía para responder al carácter cíclico del extractivismo.

La crisis económica mundial está llevando al agotamiento de excedentes estatales, lo que significa un límite para la ejecución de las obras públicas y limita el rol del Estado como fuente de financiamiento para los sectores sociales más empobrecidos. Es en este clima que se produce la arremetida de los medios por restaurar la agenda neoliberal. Macri en Argentina es en cierto modo la continuidad de Menem, señala Solervicens.
Aunque las derechas latinoamericanas tratan de volver, o recuperar, el poder a través de las elecciones, esto no les impide recurrir a otras tácticas, como arremeter con el argumento de acortar mandatos, tanto en Brasil como Venezuela.
En conversación con Radio Canadá Internacional, el analista político Marcelo Solervicens indica que en Brasil hay un agotamiento de la forma de inserción en la economía mundial y que en Bolivia el desafío no viene tanto de la derecha boliviana, sino que es consecuencia del no poder transformar el proceso pluricultural de una manera que no dependa de una persona, un caudillo, y el evitarlo requiere un proceso más amplio.

El problema de la izquierda latinoamericana es que no logra plantear estratégicamente un cambio hacia un modelo que permita negociar mejor sus relaciones con el mundo. Hay un desgaste en el poder en los países citados.
Según Solervicens, Estados Unidos, que en el pasado ha apoyado golpes de Estado como el ocurrido en Honduras en 2009, y también ha apoyado los intentos de golpe como el lanzado contra Chávez en Venezuela en 2002, ahora se encuentra apoyando a los procesos de desestabilización de gobiernos democráticos de izquierda, como en el caso boliviano.
En este contexto la posición de Canadá no está definida. Ottawa no tiene una política propia e independiente, y esto desde los años de Harper. Canadá, como potencia de segundo nivel, tiene un papel que jugar en la región, dice Solervicens.
Aunque el gobierno de Trudeau no ha detallado iniciativas propias hacia la región, Canadá debe interactuar a partir de una posición que favorezca las salidas pacíficas, la autonomía de los pueblos, el respeto al medioambiente y la lucha contra el cambio climático mediante las instituciones multilaterales, señala finalmente el entrevistado.
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