Canadá es percibido como un país receptor de personas. Cada año, cientos de miles de inmigrantes y refugiados llegan a su territorio para nutrir y expandir su población, afincándose en sus diversas latitudes, con el objetivo de reconstruir sus vidas e integrarse a su nueva sociedad.
Al mismo tiempo, otro fenómeno se produce en el sentido opuesto, aunque a una escala menor: un número creciente de canadienses decide abandonar su país para establecerse en el extranjero.
Gentileza Carlos Argüelles Arredondo
Los destinos escogidos son diversos, pero América Latina aparece uno de los destinos preferidos por los canadienses que deciden aventurar sus vidas en otras tierras. Entre las plazas privilegiadas sobresale México.
Las bondades del clima, la riqueza cultural, las posibilidades de negocios, la calidez y receptividad de los mexicanos parecen algunas de las razones que toman en cuenta quienes llegan para quedarse.
Como lo explica nuestro entrevistado, el fenómeno no es nuevo, ya que desde el siglo 19 se viene registrando el establecimiento de canadienses en suelo azteca. Dicho fenómeno fue potenciado por el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, firmado en 1994.
Gentileza Carlos Argüelles Arredondo
En nuestros días, el fenómeno parece ir adquiriendo un perfil novedoso, que tiene como principales impulsores a los jubilados que deciden establecerse de manera permanente o pendular en suelo mexicano, como una forma de escapar a los crudos inviernos en su país de origen.
En la actualidad hay casi 8.000 canadienses y 2000 empresas del mismo origen radicados de manera permanente en México.
Al respecto, Carlos Gabriel Argüelles Arredondo, profesor e investigador de la Universidad del Mar, en Huatulco, habló con Luis Laborda.
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