El papa Francisco sorprendió a la opinión pública internacional al tender la mano a los divorciados que han vuelto a formar pareja y a “todos quienes viven en situación irregular”, pero sin avanzar en relación a la situación de los homosexuales.
En una publicación apostólica de 260 páginas, el pontífice responde en parte a las expectativas de los divorciados que se han vuelto a casar por civil, llamando a darles todo el lugar disponible en la iglesia.
Sin poner en duda el dogma del casamiento católico indisoluble, el papa no excluyó que las personas que rompieron su casamiento religioso y volvieron a establecer una relación fuera de la iglesia puedan volver a comulgar.
De este modo, Francisco reconoce un valor en las parejas de las denominadas uniones libres, pero sólo aquellas conformadas por un hombre y una mujer, estables y que se ocupan de sus hijos.
Las nuevas directivas pontificias en torno a la familia y el casamiento eran esperadas tras los sínodos de obispos que tuvieron lugar en 2014 y 2015, y que dejaron en evidencia las profundas divisiones que existen en el interior de la institución católica respecto a la evolución social del matrimonio.
El papa adoptó una posición de apertura y señaló en numerosas ocasiones que las personas que viven en situación “irregular” no deben ser excomulgadas ni están excluidas de la “gracia divina”.
Por el contrario, el texto difundido, que lleva por título “Amoris Laetitia”, traducible al español como “La alegría del amor”, no deja entrever ninguna modificación importante en la postura de la iglesia católica hacia los homosexuales ya las parejas del mismo sexo.
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