La presidenta brasileña Dilma Rousseff, acosada por una oposición que busca someterla a un juicio político, declaró este viernes que su país vive un momento grave, pero que confiaba en que los brasileños evitarían cualquier retroceso de la democracia.
Rousseff podría ser separada de su cargo en cuestión de semanas por el Senado brasileño, en un proceso apoyado por los grandes medios y que ha paralizado su administración. La mandataria explicó que el intento de impugnarla es un golpe de Estado contra un Gobierno democrático.
En su presentación ante Naciones Unidas durante la firma del Acuerdo de París sobre cambio climático, Rousseff dijo que 30 años atrás Brasil había superado una dictadura militar y había construido una «democracia vibrante» que prevalecerá.
«No puedo concluir mis palabras sin mencionar el grave momento que vive actualmente Brasil», dijo Rousseff en su presentación. «No tengo ninguna duda de que nuestro pueblo será capaz de evitar cualquier retroceso», agregó.
Si el Senado acuerda por una mayoría simple llevarla a juicio, Rousseff sería suspendida de inmediato de sus funciones y el vicepresidente, Michel Temer, asumiría como presidente en funciones.
Por su parte, Temer ha negado las acusaciones de Rousseff de que está complotando en su contra y rechaza que se esté realizando un golpe contra el gobierno legítimo.
En una entrevista con el Wall Street Journal publicada este viernes, Temer criticó a Rousseff por buscar apoyo en el exterior y dijo que se estaba dañando la imagen de Brasil, justo cuando el país requiere inversión extranjera para salir de una profunda recesión.
Según el New York Times, una encuesta reciente reveló que sólo el 2 por ciento de los brasileños votaría por Temer, quien se encuentra bajo investigación debido a testimonios que lo vinculan con un escándalo de corrupción.
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