Patricia a los 16, en 1976 cuando fue secuestrada y ahora en 2016.

Patricia Isasa, la fuerza de las convicciones

Es una historia para muchos, sobre todo en países como Canadá, inimaginable. En la plenitud de la adolescencia, en la que los ideales van tomando forma  en la construcción de un  proyecto de vida solidario, ella, de sólo 16 años, vio cómo sus sueños desaparecían bajo el peso de las botas y las armas. Pero resucitó, como la cigarra, más fuerte, más digna. Y vivió para contarla.

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Hacía trabajo solidario en villas de emergencia, pero que a los ojos de un grupo de represores formados en la Guerra Fría en la lógica de que cualquier acto solidario colectivo es peligroso, y lo que es peligroso es considerado comunista, y lo que es comunista había que destruirlo de alguna manera, en ese cuadro que va desde la paranoia hasta la política de Washington de destrucción de parte de las sociedades latinoamericanas, yo quedé entrampada.

El golpe militar argentino llegó en marzo de 1976. En ese entonces Patricia Isasa era estudiante de la Escuela Industrial en la provincia de Santa Fe y participaba en la Unión de Estudiantes Secundarios como muchos de sus compañeros de estudio. Después de ser secuestrada por los militares estuvo tres meses desaparecida, y luego, dos años y dos meses a disposición del Poder Ejecutivo.

Mi vida no se detuvo en el campo de concentración.  Mi activismo me ayudó a tener un corazón solidario aun en ese lugar. Me ayudó la idea de pensar que podía contar lo que estaba pasando.

Una sociedad militarizada reflejada en la mirada de los otros

A los 19 años, Patricia regresó al mundo exterior. Pero no salía de su asombro, tristeza, indignación, al ver la transformación que había sufrido la sociedad argentina.

Fue un shock muy fuerte, recuerda.

Los jóvenes estaban todos afeitados, con pelo corto,  la ropa era gris, todo ajustado a un imaginario militar. En las escuelas ya no había carteles colgando, todo estaba pintado, parecía un  museo estático. Las calles no tenían grafitis de ningún tipo. La sociedad estaba totalmente militarizada. Se veían camiones del ejército por todos lados, te pedían documentos por cualquier motivo. Y la mirada de los otros tenía que ver con todo eso…. Me quedé del lado de las personas que éramos estigmatizadas  por haber estado secuestrada por un lado y por otro lado, por  seguir pensando que ese no era el camino para que nosotros desarrollemos una sociedad mejor.

The Trials Of Patricia Isasa, Montreal 2016 © Chants libres

Búsqueda de justicia

Treinta y tres años después de su liberación, Patricia logró probar ante los tribunales los abusos de poder de los políticos de la época, identificó a los torturadores y los hizo comparecer ante la justicia. Como en los años 90 e inicios del 2000 todavía no había justicia en su país, fueron 17 años de leyes de impunidad dice ella,  tuvo que investigar por su cuenta.

Lo que me mueve son las convicciones. Lo que me movió en el campo de concentración fue también la idea, el sentimiento de que todo me parecía tan absolutamente injusto, que eso me generó toda una indignación. Y esa indignación fue la que me empujó hacia adelante y me llevó a recordar detalles, nombres, para poder luego denunciarlos.   Eso fue entre los 16 y los 19. Cuando soy liberada, ese encuentro con la sociedad me resultó también indigno. Día a día te iban cercenando posibilidades, libertades, y se va instalando lentamente una nueva lógica, disparatada. Me sentía como una extranjera y fui tratada de esa manera o peor. En eso estuvo también mi fortaleza.

La ópera The Trials Of Patricia Isasa, Montreal, 2016 ©  Mathieu Dupuis

Los 40 años del golpe 1976-2016

Patricia no perdió la capacidad de indignarse. Dice que en todos estos años encontró su lugar en el mundo, que es Buenos Aires, Argentina, aunque ahora lamenta la situación del país desde que asumió el gobierno de Mauricio Macri, al que describe como “régimen”. Que generó una devaluación, pauperización, desocupación. La institucionalización está en riesgo con un presidente absolutamente corrupto, señala ella.

“Estas derechas que están gobernando nuestros países están volviendo al imaginario de lo que fue la dictadura. Una aristocracia que gobierna, que se enriquece y unas grandes poblaciones de clases medias y bajas que apenas les alcanza para vivir y que sostienen a esas oligarquías que tienen más dinero del que pueden gastar”.  

A Patricia los sueños no la abandonan. Quiere vivir en una sociedad más justa y en paz. Y eso es posible dice.

“Hay sociedades desarrolladas, a pesar de sus contradicciones y ciertas complejidades, como son los países nórdicos, con cierta organización social como en Canadá por ejemplo, que realmente puede ser un ejemplo de país donde la gente tienen acceso a la salud, la educación, la cultura y donde las personas pueden desarrollarse. En lo particular, me gustaría llevar un mensaje de paz, de esperanza a infinidades de personas y colectividades que en estos momentos están sometidas a situaciones de extrema violencia.

The Trials Of Patricia Isasa en Montreal

El título de la ópera se refiere a los dos procesos que lanzó contra sus verdugos, primero en España y luego en Argentina, donde seis hombres – incluyendo un jefe de policía, un juez federal y un alcalde – fueron declarados culpables y condenados a prisión en 2009.

Chants libres o Cantos Libres, compañía lírica de creación, radicada en Montreal, Canadá, decidió contar la historia en forma de ópera.

En la entrevista, Patricia Isasa cuenta cómo nació esa idea de la ópera, el proceso creativo que la involucró del principio al fin y donde se abordó por pedido expreso suyo, el tema de lazos solidarios que nacieron entre las personas secuestradas.

Si no hubiera sido mi historia, hubiera dicho que se trataba de una historia claramente bien contada. Es la historia de infinidad de personas, casi medio millón de personas en Latinoamérica, con otro final lamentablemente. Es la historia de una generación, es la pintura de una época. Se usa una historia individual para hablar de un colectivo.  

Los artistas, músicos y creadores de la ópera. En primer plano: Patricia Isasa y Kristin Norderval (compositora y soprano, en el rol de Patricia Isasa adulta)

Patricia es arquitecta, y hoy sigue luchando  por que la Escuela Militar de las Américas, conocida como “la escuela del crimen” cierre sus puertas y, junto a las Madres de la Plaza de Mayo, sigue exigiendo verdad y justicia.

Esto y mucho más en la entrevista de Patricia Isasa con Leonora Chapman, de Radio Canadá Internacional.

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Categorías: Artes y espectáculos, Internacional, Sociedad
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