Desde el 3 y hasta el 10 de agosto se lleva a cabo en la ciudad de Montreal el Festival Presencia Autóctona, que este año llega a su edición número 26.
Entre la larga lista de actividades el evento concede, como cada año, un sitio privilegiado al cine dedicado a temáticas de las comunidades indígenas o producido por ellas.

En la pantalla se suceden cortos y largometrajes no sólo de los indígenas canadienses, sino de diversas partes del mundo, incluyendo a América Latina.
Entre las distintas proyecciones se cuenta Hija de la Laguna, una película que cuenta las consecuencias que tiene la explotación minera en Perú sobre los pueblos originarios y sobre el medioambiente.
Nélida, personaje central del filme, dialoga con la laguna, a la que asume y define como un ser vivo, con el que se relaciona y al que debe respeto.

La ambición por la extracción del oro, tan preciado en la industria de la joyería, lleva a una ola de violencia que cobra la vida de varias personas. Lejos de dejarse intimidar, la protagonista inicia una campaña para proteger a su entorno y a su comunidad, que la llevan incluso a desplazarse a la gran urbe para estudiar leyes y sumar así herramientas con las que poner límites a las mineras.

El cine como grano de arena que se suma a la búsqueda de la justicia social y a la creación de una conciencia ecológica.
Así lo cuenta Ernesto Cabellos Damián, cineasta peruano y director de Hija de la Laguna, en diálogo con Luis Laborda.
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