El vértigo crónico puede resultar de un virus, de lesiones deportivas y es difícil de curar.
El vértigo se puede describir como una alucinación de movimiento que ocasiona pérdida de equilibrio, mareos y algunas veces puede estar acompañado de dolor. Quien lo padece, pierde la capacidad de determinar la ubicación exacta de los elementos a su alrededor, sintiendo que todo da vueltas en torno a si mismo. Una de esas personas es Janice Mackay, de la ciudad de Toronto.
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La voz empezó a correr en el tranquilo barrio de Janice Mackay de que ella le daba con fuerza a la botella. Los vecinos la habían visto más de una vez caminando vacilante a lo largo de la acera frente a su casa en los suburbios en Pickering, a las afueras de Toronto, tambaleándose como una borracha.
Pero Mackay no estaba borracha.
La gente piensa que estás fingiendo. Que no es verdad o que estás exagerando, porque pareces normal debes ser normal. Sé cómo me siento. Sé que si la gente pudiera entrar en mi cuerpo, una hora después estarían gritando déjame salir. Paremos. Pero no hay escapatoria. Lo tengo 24 horas 7 días a la semana.
Al final resultó que su oído interno, centro de equilibrio del cuerpo, había sido destruido por la medicación cuando fue hospitalizada durante más de un mes en 2005.
En ese momento, Mackay fue diagnosticada con una infección que amenazaba uno de sus ovarios, y entonces ingirió un cóctel de medicamentos, incluyendo un goteo intravenoso de gentamicina, un conocido, antibiótico de bajo costo que es uno de los pocos que no es víctima de las bacterias resistentes a los antibióticos.
Unas semanas más tarde, la infección casi había desaparecido cuando Mackay, todavía hospitalizada, de repente empezó con vómitos y pérdida de equilibrio.
Su equipo médico le dijo que había estado acostada demasiado tiempo y le dio Gravol, pero los síntomas no desaparecieron.
En una visita de seguimiento después de regresar a su casa, se le dijo a Mackay que el mareo era un efecto secundario de la gentamicina, y que probablemente tendría que acostumbrarse a él.

Pero ella descubrió la magnitud de los daños mucho más tarde cuando el neurotólogo Dr. John Rutka evaluó su estado y concluyó que la gentamicina había destruido su sistema vestibular, detector de movimiento del cuerpo, que se encuentra profundamente dentro del oído interno.
Después de una larga batalla legal, Mackay finalmente inició una demanda civil contra el hospital que la trató. Sin embargo, nueve años más tarde, el mareo no se ha detenido, y Mackay vive con vértigo crónico, la ilusión de estar en constante movimiento.
Su equilibrio es tan inestable que ella ha sido incapaz de obtener la autorización médica para volver a trabajar con la municipalidad de Toronto, un trabajo que amaba.
Un riesgo para ciertas profesiones
En la mayoría de los casos, el daño vestibular es el resultado de un virus. Una lesión en la cabeza, enfermedades autoinmunes y enfermedades genéticas son también culpables. Al igual que algunos trabajos.
Los problemas vestibulares son un riesgo profesional para los ingenieros de sonido de estudio, los soldados y trabajadores en prácticas militares que están expuestos a explosiones, así como los jugadores de fútbol y hockey, entre ellos la estrella canadiense Sidney Crosby, que desarrollan vértigo crónico por las conmociones cerebrales vestibulares.

Los vuelos espaciales también están implicados. El astronauta canadiense Chris Hadfield reconoció que al regresar a la Tierra, después de cinco meses de vivir en la Estación Espacial Internacional, llegó con mareos y trastornos del movimiento.
Como le dijo a una agencia de noticias, «el ojo y el oído interno me están diciendo cosas diferentes.»
En los EE.UU., el Instituto Nacional de la Sordera y otros Trastornos de la Comunicación estima que alrededor del cinco por ciento de la población estadounidense, o aproximadamente 15 millones de personas, sufren de problemas vestibulares crónicos.
Las cifras en Canadá, sugieren que asciende a alrededor de 1,5 millones de canadienses.
Un estudio de 2009 publicado en la revista Annals of Internal Medicine sugiere que el 35 por ciento de todas las personas de 40 años o más experimentará al menos algunos problemas vestibulares.
De hecho, el vértigo y el mareo son dos de los términos de búsqueda en salud de mayor crecimiento en Google, de acuerdo con David Pothier, un especialista en oído interno e investigador de la Red de Salud de la Universidad de Toronto.
Por desgracia, dice Pothier, «los pacientes vestibulares a menudo no son tomados en serio. No se cree en sus síntomas. Pero lo que experimentan es muy grave y muy real.»
A menudo mal diagnosticados
Los pacientes que llegan a la clínica del Dr. Pothier en Toronto han perdido, en promedio, dos años dando vueltas alrededor del sistema de salud en busca de respuestas, antes de encontrarlas.
Y son afortunados. Hay una pronunciada escasez de especialistas del oído interno, en Canadá, y la mayoría de los pacientes vestibulares no terminan bajo el cuidado de un neurotólogo.
Como resultado, sus casos a menudo se diagnostican como enfermedad mental, y en consecuencia se les prescribe entonces tranquilizantes.

Pero los tranquilizantes disminuyen la actividad del cerebro, que a su vez impide la regeneración del sistema vestibular. Así que los pacientes medicados a largo plazo a menudo empeoran, no mejoran.
Lisa Tanner, de 44 años de edad, ex estrella de la universidad de Atlanta, dice que la mayoría de los médicos que ha consultado «querían que consumiera Valium.»
Armando el rompecabezas
El diagnóstico de la causa de mareos y problemas de equilibrio es muy difícil de realizar.
El aparato vestibular consta de un grupo de receptores: la utricular y la sacular ubicadas en las dilataciones homónimas de este hueso y tres pares de crestas acústicas en las ampollas de los conductos semicirculares: anterior, posterior y lateral u horizontal que está situada en uno de los extremos de cada uno de los pares. Está fuera del alcance de la biopsia o la tecnología actual de imagen.
El diagnóstico preciso requiere tanto de equipos especializados, que muchas instituciones de atención de la salud no los tienen, y especialistas que deseen invertir enormes cantidades de tiempo tratando de entender al paciente y los resultados de las pruebas.

«Uno tiene que ser como Sherlock Holmes,» dice el Dr. Rutka. «Tiene que poner todas las piezas juntas, encontrar todas las pistas.»
Rutka, un investigador de renombre internacional y jefe de neurología en la Red de Salud de la Universidad de Toronto, es el especialista que finalmente diagnosticó el problema de Janice Mackay.
Para él, uno de los premios de su trabajo es poder confirmarle a pacientes como Janice , «No, no estás loca, no eres psicótica, no estás loca. Olvida lo que otros médicos te han dicho.»
Relación con la ansiedad
Pero mientras que los pacientes con vértigo crónico no son seguramente locos, existe un enlace biológico complejo y fascinante entre el daño al sistema vestibular y el desarrollo de trastornos de ansiedad.
Textos médicos de la antigua Grecia indicaban ya esa conexión, pero unos miles de años después, todavía hay que decodificar completamente los circuitos cerebrales que conecta a los dos.
«Es difícil de probar, es difícil de demostrar. Pero creo fuertemente que hay algo de esto aquí,» dice el Dr. Pothier.
«Cuando se quiere consolar a un niño, lo meces. Cuando alguien se siente mal, haces lo mismo. Las personas que están bajo presión mental extrema a menudo se mecen.»
Si hay algún tipo de conexión biológica entre el movimiento y el estado de ánimo calmante, entonces cuando el sistema vestibular – nuestro sensor de movimiento interno – está estropeado, el estado de ánimo es probable que también se verá afectado.

Lo que se ha demostrado es que los receptores de serotonina, que desempeñan un papel en la regulación del humor, existen en el sistema vestibular, y que hay cierta relación entre los niveles de serotonina y la regulación vestibular, de acuerdo con el Dr. Carey Balaban de la Universidad de Pittsburgh, un destacado investigador en esta área.
«Si usted no confía en su sistema de equilibrio, la ansiedad es un proceso natural de protección», explica.
Los blogs de pacientes vestibulares y los grupos en línea están llenos de discusión sobre la ansiedad y la depresión, sobre todo, al parecer, cuando hay poco para aliviar los síntomas y los pacientes a veces son rechazados por “simular”.
Joni Church, una editora de vídeo de 36 años de edad, en la ciudad de Winnipeg, desarrolló de repente vértigo hace seis años, de causa desconocida, y describe que lucha con «una desesperación interior porque siento como si mi vida ya tal cual era antes, se fue.”
«El futuro para mí era sólo la enfermedad y la incapacidad para hacer todo lo que me gusta.»
La mayoría de los trastornos vestibulares crónicos no responden a la medicación, y actualmente no hay manera de regenerar las células del oído interno, aunque los científicos están trabajando en ello.
Alrededor de dos tercios de los pacientes vestibulares crónicos mejoran, aunque la mayoría nunca se liberarán completamente de los síntomas.
En esencia, estas personas aprenden a través de la experiencia, y a través de la rehabilitación y la terapia conductual, a funcionar tanto como sea posible, incluso durante los mareos o pérdidas de equilibrio.
Joni Church ha recuperado lo suficiente como para volver a trabajar como editora de vídeo, pero es un trabajo duro para alguien con una tendencia al vértigo.
«Me hace enfermar a veces,» admite ella, pero como le gusta el trabajo adapta su vida a esa condición.

Sin embargo, debido a que su sistema vestibular se ha mantenido defectuosa, Church se ha visto obligado a renunciar a una segunda pasión: el boxeo. Ella estaba entrenando para su primera pelea competitiva cuando se enfermó.
Datos canadienses sobre el mareo
Los trastornos del equilibrio y vértigo afectan a personas de todas las edades.
Muchos niños con trastornos vestibulares se enfrentan a problemas de desarrollo y aprendizaje.
Un traumatismo craneoencefálico, sea leve o grave, es un factor de riesgo de mareos – más de 50.000 canadienses tienen lesiones cerebrales cada año.
El vértigo posicional paroxístico benigno (VPPB), el trastorno vestibular más frecuente, es más a menudo tratable.
Hasta el 35% de los adultos de 40 años o más – más de seis millones de canadienses – tienen un problema vestibular en algún momento de sus vidas.
Se estima que el 33% de todos los adultos con desequilibrio crónico tienen problemas para realizar las actividades básicas de la vida diaria.
Uno de cada tres ciudadanos de la provincia de Columbia Británica mayores de 65 años pierde el equilibrio y cae cada año. Lesiones relacionadas con caídas en Canadá cuestan a la economía $ 2.8 mil millones al año.
RCI con información de Meredith Levine, CBC/Internet/
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