L’Amérique du Nord

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Las buenas intenciones climáticas de Canadá y la dura realidad

China y Estados Unidos ratificaron el acuerdo climático global de París para reducir sus emisiones de CO2, en el marco de la reunión del G20 llevada a cabo recientemente en China.

El Acuerdo de París es el primer acuerdo general sobre cambio climático del mundo. Sólo entrará en vigor legalmente después de que sea ratificado por al menos 55 países, que en conjunto producen el 55% de las emisiones globales de carbono.

La noticia es importante. En primer lugar, debido a que Estados Unidos y China son los dos mayores emisores de gases de efecto invernadero del mundo, con el 18% y el 20% de las emisiones totales. Después, porque simplemente se ha dado un paso importante hacia la entrada en vigor del Acuerdo de París, lo que ocurrirá cuando 55 países que representan el 55% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero lo hayan ratificado. Con el gesto de Estados Unidos y China, ya suman 27 países los que han ratificado formalmente el acuerdo, países que representan más del 39% de las emisiones globales.

Canadá y el Acuerdo de París

Canadá no es uno de estos 27 países. Pero tiene la intención de ratificar el acuerdo antes de finales de año. La Unión Europea, que representa el 13% de las emisiones globales, más India, Brasil y varios países africanos también deben hacerlo, por lo que se puede estimar razonablemente que el acuerdo de París entrará en vigor este año o a principios del próximo año. Se tendrá una buena idea muy pronto, el 21 de septiembre en Nueva York, en el Día especial sobre el clima organizado en las Naciones Unidas.

Esta es una buena noticia, señala Yanick Villedieu, conductor del programa  científico Les Années lumière de Radio Canadá.

Excepto… que el acuerdo de París es básicamente una declaración de buenas intenciones. No es vinculante legalmente. No es muy estricto en cuanto a plazos (se habla de reducir las emisiones «tan pronto como sea posible»). Tal vez es poco realista: habrá que reducir las emisiones en un 40-70% para el año 2050 para evitar exceder un calentamiento de 2 grados centígrados de aquí a  finales del siglo. Y reducirlas de 70 a 95%, de aquí al año 2050, si se pretende un calentamiento de sólo 1,5 grados centígrados.

El acuerdo de París es aceptado en asamblea plenaria. © SRC

El carbono en cuestión

¿Se puede «descarbonizar» la producción de energía? ¿Podríamos hacerlo de manera rápida? pregunta Yanick Villedieu.  Hay que recordar que los combustibles fósiles representan más del 85% de la energía primaria producida y consumida en el mundo. La transición hacia una sociedad libre de carbono o casi es un desafío enorme. La tecnología, por ejemplo, es imprescindible para eliminar el CO2 de la atmósfera. Pero, los desafíos son sobre todo, económicos, políticos o sociales: nuestras economías están alimentadas por carbón y nosotros somos adictos a los combustibles fósiles.

El ejemplo de Canadá está lleno de lecciones en este sentido. Canadá jugó el papel de estrella en la conferencia climática de París en diciembre. Recordemos la famosa frase «Canadá está de regreso» del gobierno liberal recién elegido anunciando una política de ruptura con el gobierno conservador recién vencido en las elecciones. Recordemos también que la ministra de Medio Ambiente de Canadá, Catherine McKenna, jugó un papel importante en esta conferencia.

Le premier minsitre, Justin Trudeau, et la ministre de l’Environnement, Catherine McKenna, assistent à la cérémonie de signature de l’accord de Paris sur le climat au siège de l’ONU à New York.
El primer ministro, Justin Trudeau, y la ministra del Medioambiente, Catherine McKenna, asisten a la ceremonia de la firma del acuerdo de Paris sobre el clima en la sede de la ONU en New York. © PC/Sean Kilpatrick

Pero la realidad canadiense no es tan simple. Los productores de petróleo de las arenas alquitranadas o bituminosas están desesperados por seguir produciendo y exportando.  El proyecto de oleoducto Energy East es controvertido y se sabe que, en las discusiones, el argumento del desarrollo económico y el empleo aún tienen mucho peso.

En Quebec, la explotación del petróleo en un entorno tan frágil como el de la isla de Anticosti no es imposible. La amenaza de explotación del gas de esquisto en el valle de San Lorenzo no está descartada.

Ahora bien, estos proyectos de desarrollo de energía fósiles y la transición a economías bajas en carbono son profundamente contradictorios.

Entre las ilusiones y las decisiones políticas y económicas, a veces hay un abismo. Pero la realidad es dura y los hechos son obstinados, como lo recuerda un artículo publicado por la revista Nature a principios de 2015. Para limitar el aumento de la temperatura global en 2 grados centígrados para el año 2100 – lo cual no es no es un objetivo muy ambicioso para proteger el clima mundial – habrá que dejar en el suelo el 80% del carbón que se encuentra en él, el 50% del gas y el 30% del petróleo. Y, más concretamente, el 75% de las arenas petrolíferas.

© Radio-canada.ca

¿Y dónde están, estas arenas de alquitrán? Están aqui… en Canadá.

Texto de Yanick Villedieu, del programa  Les Années lumière de Radio Canadá

Categorías: Economía, Internacional, Medioambiente y vida animal, Política
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