De 2001 a 2004, tres canadienses han sido encarcelados y torturados en Siria con la complicidad de las autoridades canadienses, según documentos secretos obtenidos por CBC/Radio Canadá.
Miles de páginas de documentos secretos obtenidos por el servicio de radiodifusión público, CBC/Radio Canadá, revelan cómo el servicio de la Real policía montada RCMP y el de inteligencia CSIS, de Canadá no sólo conocían a los tres canadienses que eran torturados en las cárceles sirias en la represión que siguió al 11 de septiembre, sino que cooperaron con funcionarios sirios en sus interrogatorios. Esto, bajo el gobierno conservador de Stephen Harper.
Los archivos también muestran a un embajador de Canadá que ayudó con las preguntas a la Real Policía Montada y al CSIS para interrogar a los canadienses detenidos en Siria, un país con un pésimo historial de derechos humanos.
Abdullah Almalki, Ahmad Elmaati y Muayyed Nureddin nunca fueron detenidos en Canadá por delitos de terrorismo, pero hasta la fecha hay una nube de sospecha que pesa sobre ellos. Hace diez años, presentaron demandas de $ 100 millones de dólares contra el gobierno.

Abdullah Almalki
De origen sirio, Almaki, se graduó en ingeniería eléctrica en la Universidad de Carleton, Ottawa, y tenía un exitoso negocio de exportación electrónica.
En la década de 1990, Abdullah Almalki trabajó para una ONG canadiense en Afganistán dirigida por un hombre vinculado a Osama bin Laden.
Sospechoso de formar parte de Al Qaeda por la Policía Montada y el CSIS, fue detenido en Siria en 2002, cuando fue a visitar a su madre. Durante casi dos años, estuvo encarcelado y fue torturado en varias ocasiones en la cárcel Far Falestin, en el centro de Damasco.
De vuelta en Ottawa, los documentos muestran que la Policía Montada y el CSIS estaban deseosos de explotar la vulnerabilidad de Almalki mientras se encontraba en una celda oscura, descrita por Amnistía Internacional como «una tumba.»

Bajo la tortura en Siria, dijo que era un estrecho colaborador de Osama bin Laden. Una mentira para detener la tortura. «Si me hubieran preguntado si yo era un pato, habría dicho que sí», explica. A pesar de estas confesiones falsas, la tortura continuó.
Ahmad Elmaati
Las sospechas de los servicios secretos también se dirigieron al canadiense-egipcio Ahmad Elmaati.
A principios de 1990, después de estudios en la Universidad Concordia en Montreal, Elmaati había luchado contra el régimen pro soviético en Afganistán.
Después de regresar a Canadá, se convirtió en un conductor de camión y se puso en contacto con Almalki para que lo asesorara en su búsqueda de una esposa.
En enero de 2001, el CSIS informó a la CIA que «Elmaati [había] comunicado con varios extremistas islámicos en la región, entre ellos Abdullah Almalki.»
Los correos electrónicos internos muestran que la RCMP sabía lo que le ocurriría a Elmaati: «Será detenido e interrogado, a la manera siria».
Elmaati fue enviado a Egipto. Allí fue torturado por negarse a hablar con los oficiales canadienses que estaban fuera del territorio canadiense.

“Me dieron descargas eléctricas por todo el cuerpo. Ellos me dijeron: «¿Por qué se niega al pedido de la embajada de encontrarse con los servicios de seguridad canadienses? La próxima vez, diga que sí.» Se recuerda.
En su opinión, los representantes de la Embajada de Canadá llegaron a estar directamente implicados en las torturas que sufrió.
En comisión de investigación, el inspector de la Policía Montada Michel Cabana dijo que él sabía que tal vez se habían obtenido confesiones de Elmaati bajo la tortura. Sin embargo, agregó: «En mi opinión, independientemente de las circunstancias del interrogatorio, la confesión siempre sigue siendo válida. »
Muayyed Nureddin

Director de una escuela islámica en Toronto, sufriría un destino similar. En la misma época era sospechoso de haber enviado dinero de Canadá a un grupo terrorista. Fue encarcelado y torturado en Siria, en la misma prisión que los otros canadienses.
Los tres canadienses torturados demandaron al gobierno. Su causa será atendida en enero de 2017.
Maher Arar, otro canadiense detenido y torturado en Siria a raíz de los ataques mortales de al-Qaeda en Nueva York y Washington, recibió una disculpa y una suma de $ 10.5 millones de dólares del gobierno federal en 2007.
Mientras tanto, la directiva ministerial aprobada en 2010, con los conservadores en el gobierno, que permite al CSIS utilizar información obtenida mediante tortura en determinadas condiciones, sigue vigente bajo el gobierno liberal de Justin Trudeau.
Dos comisiones de investigación, una dirigida por el juez Dennis O’Connor, la otra por el ex juez del Tribunal Supremo Frank Iacobucci, llegaron a la conclusión de que Almalki, Elmaati y Nureddin fueron injustamente objetivos de la Policía Montada y del CSIS.
Nazim Baksh, Terence McKenna, CBC , Terence McKenna d’Enquête,
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