Rebeldes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, están en formación durante la 10ª conferencia del grupo en el Yari Plains, Colombia, el sábado 17 de septiembre, 2016, donde los líderes y delegados se reunieron para votar sobre el acuerdo alcanzado el mes pasado con el gobierno de Colombia para poner fin a cinco décadas de guerra.
Photo Credit: (Ricardo Mazalan / AP)

Ministro canadiense de Relaciones Exteriores asistirá a histórica firma de la paz en Colombia

El acuerdo estipula que la guerrilla entregue a sus armas a cambio de concesiones por parte del Estado

El ministro de Relaciones Exteriores, Stéphane Dion, viajará a Colombia la próxima semana para la firma de un histórico acuerdo de paz entre el gobierno de Colombia y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC.

Stéphane Dion, ministro de Asuntos Exteriores de Canadá © ADRIAN WYLD

Un funcionario de alto rango en el gobierno de Trudeau, que habló a CBC News con la condición de anonimato, dijo que la presencia de Dion se entiende como una muestra de apoyo al proceso de paz. Y el funcionario dijo que el gobierno federal está considerando la posibilidad de asistencia a Colombia como parte de un nuevo compromiso más amplio con el mundo y las Naciones Unidas.

El acuerdo, negociado durante cuatro años de conversaciones en Cuba, hará que el grupo guerrillero más antiguo de América Latina rinda sus armas a observadores de las Naciones Unidas a cambio de una serie de concesiones por parte del Estado colombiano.

Pero esas concesiones están resultando difíciles de aceptar para muchos colombianos.

Durante 52 años, las FARC han operado desde bases en las selvas y montañas de Colombia, luchando por la redistribución de la tierra y la riqueza de la nación, pero cada vez pareciéndose más a una operación del crimen organizado construido sobre la base del tráfico de cocaína y el secuestro.

El grupo alcanzó su pico de potencia hace más de una década, cuando las personas que querían viajar entre las ciudades de Colombia a menudo tenían que inscribirse en convoyes largos y lentos, con escolta militar, para poder hacerlo.

Hoy en día, la situación ha cambiado. Los militares de Colombia han logrado golpear fuerte a la guerrilla, matando a sus líderes y liberando a sus rehenes más preciados. Algunos colombianos sienten que las FARC están perdiendo terreno y tienen dificultades en aceptar los términos del acuerdo de paz propuesto.

Esos términos darían a las FARC 28 zonas temporales seguras en las que no se permitiría entrar a colombianos comunes.

La cláusula que irrita a la mayoría, sin embargo, es una que le daría a las FARC cinco asientos garantizados en el Congreso de Colombia y cinco más en el Senado, durante los próximos 10 años, incluso si el grupo no obtiene un solo voto.

Las FARC han respetado hasta ahora su parte del trato. Han cesado sus ataques, han liberado a sus sus rehenes restantes y este mes comenzaron a desmovilizar a sus muchos combatientes menores de edad.

El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, izquierda, presenta una copia de un acuerdo de paz alcanzado con rebeldes de las FARC en su país al Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon en la sede de la ONU lunes por, 19 de septiembre de 2016. © (Craig Ruttle / AP)

Lo que Canadá puede ofrecerle a Colombia   

Es probable que Colombia no sea una candidata para las fuerzas de paz de Canadá, en parte debido a la barrera del idioma y en parte porque Colombia no parece querer a los llamados cascos azules.

Además, Canadá ya se ha comprometido a proporcionar fuerzas de paz canadienses para una misión en el África subsahariana.

Pero la remoción de minas terrestres es un área en que Canadá podría ayudar. Los canadienses han trabajado en el desminando y entrenado a otros en todo el mundo, desde Camboya a Ruanda, y su pericia y experiencia son reconocidas.

Se cree que hay minas en 31 de los 32 departamentos de Colombia (sólo  la isla turística de San Andrés es inmune), y sufren más víctimas de minas terrestres que cualquier otro país, excepto Afganistán.

Otros papeles canadienses posibles incluyen la vigilancia del cese del fuego, la asistencia en la reintegración de los guerrilleros o el control de la destrucción de las armas.

Evan Dyer/CBC

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