Debate entre el candidato republicano Donald Trump y la aspirante demócrata a la presidencia de Estados Unidos, Hillary Clinton.

Debate entre el candidato republicano Donald Trump y la aspirante demócrata a la presidencia de Estados Unidos, Hillary Clinton.
Photo Credit: AP/Rick T. Wilking

Debate demuestra que Trump es inapto para ocupar la presidencia de Estados Unidos

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Observar la ineptitud y caída de Donald Trump en 90 minutos de debate televisado fue algo a la vez terrible y esclarecedor, dice el editorial del periódico canadiense Toronto Star esta semana.

Fue un espectáculo lamentable, por razones obvias para los expertos y los millones de televidentes comunes y corrientes que llegaron a la conclusión de que Trump perdió su primer debate con Hillary Clinton.

Trump tropezó y metió la pata, frunció el ceño y se puso a aspirar ruidosamente a medida que iba perdiendo el control de sus argumentos y su ecuanimidad. En cuestión de minutos Trump se transformó de crítico fanfarrón, pero coherente del status-quo en el personaje arrogante, mentiroso e ignorante que hemos llegado a conocer en el último año. Donald Trump confirmó todo lo negativo de su persona, y de paso aumentó algunos detalles más.

El debate fue esclarecedor porque al otro lado del escenario su oponente ofreció una actuación convincente y tranquilizadora como futura presidenta. Hillary Clinton no es una oradora como Barack Obama o un Bill Clinton. Pero demostró una firme comprensión de los problemas y, quizás aún más importante, mostró su capacidad para enfrentarse a un matón y exponerlo por lo que él es.

Hillary Clinton también puso fin a las dudas en torno a su salud, alimentadas por una reciente neumonía y las acusaciones condescendientes de Trump señalando que ella no tiene la «resistencia» para ser presidenta. En realidad, fue él quien se desintegró bajo la presión, no ella. Sus quejas al día siguiente sobre una presunta parcialidad del moderador en el debate e incluso sobre su micrófono dejaron en claro que Trump sabía que había sido derrotado.

Hillary Clinton durante el debate del 26 de septiembre en Nueva York.
Hillary Clinton durante el debate del 26 de septiembre en Nueva York. © Mike Segar / Reuters

Clinton demolió minuciosamente la pretendida carrera de Donald Trump como un hombre de negocios. Como nunca ocupó un cargo de servicio público, su principal argumento para ser presidente de Estados Unidos es que él es un gran empresario. Sin embargo, admitió que su estrategia de negocios consiste en engañar a sus acreedores, en no pagar impuestos, y en declararse seis veces en bancarrota como forma de no pagar a sus trabajadores. Trump admitió que lo que él quiere es tomar para sí y aprovecharse de todo lo que pueda.

Todo esto era obvio para quien sigue de cerca la carrera de Trump. Pero Clinton logró que Trump se muestre de cuerpo entero en el mayor escenario de la campaña presidencial.

Ese debate entre los candidatos a la presidencia mostró a los votantes estadounidenses que su elección no puede ser más dramática. Tras el debate, Clinton señaló que la cuestión central es bastante simple. Consiste en elegir al candidato que tenga el «temperamento, la aptitud y las calificaciones necesarias para asumir el puesto de trabajo más importante y más difícil del mundo.»

Por lo que vimos en el debate del lunes, dice el periódico Toronto Star, no hay competencia. El «temperamento» de Trump es pésimo y es claramente un candidato inapto y sin las calificaciones necesarias para ser presidente. Retomando las palabras de la junta editorial del New York Times esta semana, Donald Trump es el «peor candidato propuesto por un partido importante en la historia moderna de Estados Unidos.»

Sin embargo, los comentaristas siguen preguntándose qué importancia tendrá todo esto a la hora del resultado final. Después de todo, Trump ha sido descaradamente Trump durante meses, y a sólo seis semanas de la jornada electoral él se encuentra en un empate virtual con Hillary Clinton en la carrera presidencial.

Donald Trump durante el primer debate presidencial.
Donald Trump durante el primer debate presidencial. ©  Lucas Jackson / Reuters

Trump se las ha arreglado para dominar lo que la revista The Economist llama «la política por encima de la verdad», que es el arte de mentir de manera tan audaz que acaba desarmando a sus oponentes. Tal parece que a los enojados trabajadores en los Estados desindustrializados no les molesta que Trump fabrique sus propias verdades, y tampoco les importa lo que el New York Times pueda decir al respecto.

Aún así, los riesgos son demasiado altos como para ser ignorados. Si Trump estuviera tratando de ser presidente de cualquier otro país, eso sería una tragedia sólo para su propio pueblo. Pero la posibilidad de un Donald Trump en la Casa Blanca presenta un peligro no sólo para los estadounidenses, sino para todo el mundo.

Hillary Clinton lo desenmascaró una primera vez esta semana. Le quedan dos debates más para terminar el trabajo y mostrar al mundo lo inapto, y lo inepto, que es Donald Trump, dice el editorial del Toronto Star.

Categorías: Internacional, Política
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