En un hecho inédito, en los últimos tiempos, casi un centenar de trabajadores migrantes temporales desapareció de los establecimientos agrícolas en los que laboraba.
Varios productores confirmaron que algunos de sus operarios extranjeros, en gran número de los casos originarios de Guatemala, abandonaron sus trabajos y sitios en los que se alojaban. Algunos de ellos dejaron notas escritas, con las que comunicaron su decisión y se disculparon por los contratiempos que la misma pudiera ocasionar.
Las razones para esta actitud hay que buscarlas en la propia legislación. La ley que encuadra la contratación de trabajadores inmigrantes establece el principio conocido como “4 por 4”, que obliga a los empleados a una pausa de 4 años, tras igual período de servicio, para poder renovar su visa de trabajo.

La mayoría de las personas incluidas en el programa tiene a su trabajo como su única fuente de ingreso y, al mismo tiempo, la sola ocasión de enviarle dinero a sus familias en sus lugares de origen.
Obligarlos a dejar sus trabajos durante 4 años los enfrenta a la posibilidad de volver a la pobreza en sus países, donde el empleo no abunda y los salarios son menos que insuficientes para sostener a un grupo familiar.
El anterior gobierno conservador presentó el “4 por 4” como una herramienta para lograr la rotación de la mano de obra y asegurar la posibilidad de un trabajo para todos.

Sin embargo, el procedimiento podría haber sido un recurso para acallar las críticas y reclamos de postulantes de otros países que se vieron relegados por la llegada en masa de guatemaltecos.
Desaparecidos ante el temor de no volver a ser admitidos en Canadá, los trabajadores en cuestión se enfrentan a la ilegalidad y a la comisión de abusos por parte de quienes los contraten por fuera de las normas laborales, de los que ellos mismos serían las víctimas principales.
El actual gobierno liberal prometió mejorar la situación del sector, pero la solución aún se hace esperar.
Noé Arteaga, del Centro de Trabajadores Inmigrantes, se refiere al tema en diálogo con Luis Laborda.
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