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Agresiones sexuales: la excusa del alcohol

Cuanto más un hombre adhiere a la cultura de la violación, más puede ser susceptible de cometer una acción coercitiva para tener relaciones sexuales con una mujer, y esto, haya o no consumido alcohol.

– Massil Benbouriche, Universidad de Montreal

El alcohol no puede servir  de excusa cuando un hombre usa estrategias coercitivas – que van hasta una agresión – para tener relaciones sexuales con una mujer. De hecho, este comportamiento sería principalmente funcional al grado de distorsiones cognitivas, es decir, a su tendencia a adherir e a las afirmaciones relacionadas con la «cultura de la violación».

La prueba es que, ante una pareja que no ha rechazado explícitamente sus avances, el 50% de los 150 participantes en un estudio experimental sentían que podían utilizar estrategias coercitivas que no implican la fuerza física (chantaje, manipulación, intoxicación) para tener relaciones sexuales con ella, y eso, sin haber consumido previamente alcohol.

Por otra parte, que hayan estado bebiendo o no, el 30% de los participantes dijo abiertamente que podría cometer violación si tuviera la seguridad de que su víctima no iría a denunciarlo.

Esto es lo que Massil Benbouriche argumentó en la presentación de su tesis doctoral realizada en el Centro de Investigación en Psicología de la Universidad de Rennes 2, Francia,  y en la Escuela de Criminología de la Facultad de Artes y Ciencias de la Universidad de Montreal.

Para llegar a esta conclusión, Benbouriche reclutó a 150 hombres de entre 21-35 años de la población en general: 60% nacieron en Quebec y el 30% eran franceses. La mayoría (51%) trabajaba  o cursaba  estudios universitarios (38%), mientras que otros eran desocupados (9%) o compartían sus actividades entre trabajo y educación (3%).

Los sujetos respondieron inicialmente a diferentes cuestionarios para medir su grado de distorsiones cognitivas en sus percepciones de las relaciones sexuales entre hombres y mujeres, la violencia contra las mujeres para tener relaciones sexuales o la responsabilidad de las mujeres en el caso de agresión sexual.

© Scott Barbour/Getty Images

El alcohol y la percepción del consentimiento

Luego, la mitad de los participantes bebieron una cantidad de vodka en función de su peso para alcanzar un nivel de alcohol en la sangre de 0,08%, mientras que los otros se quedaron sobrios.

Se les hizo escuchar un audio donde un hombre y una mujer empiezan a besarse en un sofá al regreso de una noche rociada de alcohol. La mujer se muestra abierta al principio, pero poco a poco a medida que el hombre le acaricia sus pechos y trata de quitarle la ropa, ella se muestra reacia. Sigue otro intercambio de besos después de lo cual la mujer dice claramente que no quiere tener relaciones sexuales.

A partir de este escenario, los participantes tenían que determinar el momento en que la mujer ya no quería tener relaciones sexuales. Y entonces se les preguntó, en una escala de 0 a 100, si habrían utilizado estrategias coercitivas no violentas para lograr sus fines. Que hubieran bebido o no,  la mitad de los encuestados no descartó esta posibilidad.

Y, a pesar de la negativa de la pareja, casi un tercio de ellos (30%) indicó que hubieran forzado las relaciones sexuales si estaban seguros de que la mujer no los denunciaría. Más específicamente, la tasa fluctuó entre 8 y 20% en hombres que no habían ingerido alcohol y entre el 20 y el 60% entre los que habían estado bebiendo. Estas diferencias dependen del grado de adhesión a la cultura de la violación: más adhiere un individuo,  más su propensión a utilizar la fuerza para tener relaciones sexuales es alta.

Estos resultados, que son «difíciles de generalizar en la población», subrayan el papel crucial de las distorsiones cognitivas en materia de coerción sexual, según Massil Benbouriche.

«La inmensa mayoría de los clientes en los bares no se convierten en potenciales violadores después de beber asegura el Sr. Benbouriche. Ellos son capaces de reconocer la falta de consentimiento sexual, incluso después de consumir alcohol. Sin embargo, los que tienen un alto nivel de distorsiones cognitivas expresan más claramente la intención de utilizar las estrategias coercitivas a tener relaciones sexuales».

En otras palabras, a pesar de una ausencia  de consentimiento, estos individuos son más propensos a usar las estrategias coercitivas no violentas, incluso si no estaban borrachos «, y también son más propensos a cometer una violación después de beber».

El interés de esta investigación es que sugiere que el alcohol no es una excusa para no percibir la ausencia de consentimiento.

RCI/Universidad de Montreal

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