Para poder ser recibida en la Casa Joy Kogawa, dos requisitos son esenciales: ser escritora y haber tenido a lo largo de una vida, una implicación en el campo de la justicia social. Carmen Rodríguez los reúne en una perfecta simbiosis, lo que le permitió ganarse un lugar de residencia en esa histórica casa cultural y patrimonial de la ciudad de Vancouver.
EscucheEntre abril y junio de 2017, Carmen Rodríguez será escritora en residencia en la Casa Histórica Joy Kogawa en Vancouver. Carmen es una reconocida poeta, traductora, educadora y activista política y social tanto en su Chile natal como en Canadá. No sorprende entonces la selección del Comité de la Casa Joy Kogawa. Kogawa misma es escritora y activista por la justicia social.
Joy Kogawa nació en Vancouver en 1935 de padres japoneses-canadienses. Durante la Segunda Guerra Mundial, Joy y su familia se vieron obligadas a trasladarse a Slocan, Columbia Británica, una injusticia que Kogawa aborda en su novela de 1981, Obasan. Joy Kogawa ha trabajado para educar a los canadienses sobre la historia de los canadienses japoneses y fue activa en la lucha para obtener una reparación gubernamental oficial.
Kogawa estudió en la Universidad de Alberta y la Universidad de Saskatchewan. Su más reciente publicación poética es A Garden of Anchors. El largo poema A Song of Lilith, publicado en 2000 relata la historia de Lilith, la mítica primera mujer de Adán.
Ser escritora en residencia en ese lugar es un premio, un reconocimiento porque se elige por concurso, indica Carmen.
Y como la justicia social está en el corazón del mandato de la histórica Casa Joy Kogawa, le preguntamos cómo encaja ella dentro de este mandato.
“Encajo por todo lo que he escrito hasta este momento, lo que he publicado tiene ese tema, que traspasa todo lo que he estado escribiendo. La Casa Joy Kogawa en sí, representa un triunfo de la justicia social porque Joy Kogawa es una escritora, ahora mayor, canadiense de ancestro japonés, que cuando tenía 6 años junto a su familia fue relegada a un campo de reclusión en el interior de la provincia y su casa fue confiscada y la familia perdió todo. Eso fue lo que le sucedió a miles de familias canadienses de origen japonés. Esto fue durante la Segunda Guerra Mundial, en el año 42.
¿Qué va a hacer durante esos meses como escritora en residencia?
Carmen explica que la residencia consta de dos secciones: el tiempo necesario para concentrarse en la escritura, lo que constituye 60% del tiempo y el otro 40% que está dedicado a actividades que involucren a la comunidad.
“Lo que tengo planificado es un círculo de lectura en el que vamos a leer libros de autores canadienses que se centren en el tema de la justicia social. Porque eso se ajusta el mandato de la Casa Joy Kogawa. Otra actividad consistirá en que la comunidad, el grupo que se interese, va a escribir un libreto sobre la ciudad de Vancouver y sus diferentes aspectos multiculturales. Y eso lo vamos a producir en un pequeño programa de radio que vamos a transmitir por Internet. Y también habrá un taller donde el grupo que se inscriba va a traer fotografías de su familia y de lo que ellos quieran, y esas fotos van a servir de base para escritos autobiográficos”.
La casa de Joy Kogawa tiene su historia.
“Hace unos años en Vancouver se formó un grupo que quiso rescatar esta casa porque se supo que iba a ser demolida. Es antigua, fue construida en 1912. Ante el hecho que iba a ser demolida se hizo una campaña muy fuerte y se logró que la municipalidad adquiriera esta casa y la dedicara, con fondos públicos y con donaciones privadas a ser un centro de tipo cultural, de preservación del patrimonio y de recuerdo sobre lo que le pasó a esta familia y a muchísimas otras familias japonesas durante esa época. Es por eso que esa casa es un recordatorio, realmente, de hechos injustos y su recuperación, el que ahora sea utilizada como un centro cultural del patrimonio, es una demostración de justicia social.
El directorio y los comités que eligen a los escritores que van a residir allí se interesan en que la gente que escriba, tenga, desde cualquier punto de vista y a través de cualquier cuento, historia, novela, ese tema como hilo conductor.
En 1986, Joy Kogawa fue hecha miembro de la orden de Canadá; en 2006, fue nombrada miembro de la Orden de Columbia Británica. En 2010, el gobierno japonés honró a Kogawa con la Orden del Sol Naciente «por su contribución a la comprensión y preservación de la historia canadiense japonesa.
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