Felipe tenía todo para llevar una vida confortable y sin sobresaltos en Canadá. Pero eligió la aventura, los riegos, el deseo de encontrarse con otros y de dejar su huella solidaria. Chile le hizo descubrir su pasión por la música. Saskatchewan le brindó las dos ruedas para llevarla por los cuatro rincones de Canadá. Desde entonces, ese trio es inseparable.

-No insisto -respondió don Quijote- que se trata de una aventura completa, pero es el principio de una, porque así comienzan las aventuras.
-Miguel de Cervantes Saavedra
Esta frase del Quijote se encuentra en la página web de Felipe Gómez, y refleja muy bien el espíritu con el que este chileno-canadiense aborda cada viaje-aventura que lo lleva a conocer profundamente lugares poco transitados en Canadá. Zonas alejadas, rurales, y de las Primeras naciones.
Felipe Gómez es fundamentalmente un músico y un explorador que se dio por misión llevar su arte a las comunidades rurales que viven en esos grandes espacios que hacen a la imagen de Canadá.

Es un «trovador» que viaja en bicicleta con su bajo de 6 cuerdas y amplificador, interpretando su música en festivales, escuelas, casas, graneros o cualquier lugar que el camino le ofrezca.
En su recorrido por las zonas rurales, Felipe dice que percibe dos Canadá. Uno donde los niños tienen acceso a muchos estímulos. Otro, en las comunidades rurales, donde ese estímulo es escaso. “Muy poca gente visita esas zonas. Pienso que los niños tienen que acceder a otras opiniones, otros tipos de gente. Y la bicicleta es solamente un instrumento para inspirar a los demás. Ellos pueden hacer lo que quieren de sus vidas. No tiene que ser necesariamente la bicicleta. Es solamente una metáfora”.

“El ir en bicicleta, me da la velocidad exacta para conectar con las comunidades, conocer gente”.
“A ellos les interesa la bicicleta, yo estoy interesado en su estilo de vida. Dormí en cabañas con trampeadores, con pescadores. He visitado muchas comunidades indígenas”.
Felipe señala que cada viaje que hace lo carga con su lote de preguntas y aprendizajes. Algo que significa mucho para él es el hecho que le permite profundizar su conocimiento sobre esas comunidades alejadas de los centros urbanos. Es un aprendizaje constante, siempre nuevo, indica.
La inspiración para el Bike and Bass Tour
«La inspiración que vino de los niños se convirtió en una de las principales motivaciones que me llevaron a completar un recorrido de 3000 kilómetros en solitario por el oeste de Canadá, como recaudador de fondos para Autism Speaks en el verano de 2013», señala en su sitio web.
Nacido y criado en Chile, siendo todavía joven, Felipe ya era profesor de música en un jardín de infantes en Santiago.
“La música llego primero” cuenta. “La bicicleta vino después”. Después, en Canadá, donde llegó a la ciudad de Saskatoon, provincia de Saskatchewan, y donde también obtuvo un puesto para enseñar música a los niños. Y ahora es su lugar en el mundo.
Hace unos días Felipe terminó un viaje de 4 000 km por el norte de Saskatchewan, en comunidades rurales. “Hago una presentación de música durante una hora en la mañana, de historia, con coreografía, y después visito las clases donde converso con los alumnos. Descubrí muchas comunidades rurales”.
Esa curiosidad que despierta a su paso Felipe, es recíproca. La gente se interesa también en su historia, le pregunta sobre Chile, o sobre la ciudad de Saskatoon, o por su música.
La pasión por conocer y llevar su arte por Canadá
“Crucé Canadá de costa a costa, el penúltimo viaje fue de Tuktoyaktuk, el congelado Ártico hasta Whitehorse, Territorio de Yukón”.
Felipe señala que se encuentra con muchos niños que nunca han salido de sus provincias o de sus ciudades. Entonces su presencia allí es como una invitación a ellos para explorar su propio país.
La música, de Chile a Canadá
Soy bajista solista, algo no muy común, toco el bajo de seis cuerdas. En Chile tocaba música y cuando llegué a Canadá me di cuenta que había mucho espacio para la innovación, sobre todo en Saskatchewan, donde a la gente le gusta mucho las artes. Yo traía un sonido un poco diferente del que hay acá. Ahora estoy estudiando mucho los sonidos indígenas, su música, para inspirarme en nuevas composiciones.
Un día de viaje

“Mis días son muy ocupados en andar en bicicleta, armar el campamento, arreglar las cosas, mantener los equipos. En invierno me meto en la bolsa de dormir a las 6 de la tarde, hasta el otro día a las 7 de la mañana. Es muy cansador”.
El placer de la bicicleta en 30 bajo cero
Para Felipe, las bajas temperaturas no le hacen ningún efecto contraproducente. Es simple: El tener un buen equipo hace la gran diferencia, aclara. “Frio no he tenido, cansancio mental sí”, después de unos 10 días en los cuales ha estado en contacto con mucha gente y pedaleando horas para terminar luego en la bolsa de dormir.
Los 11 000 kilómetros
Fueron 11 000 km desde la provincia de Saskatchewan hasta la provincia de Terranova. Un viaje de 5 meses. “Allí conocí mi primer Pow Wow, una celebración de las Primeras Naciones. Allí me enamoré de esa cultura y me dije que quería ver más de eso”.
El regreso a Chile, una nueva mirada
“Cuando regreso a Chile encuentro la ciudad de Santiago muy bulliciosa para mi gusto, después de pasar mucho tiempo en los bosques. La última vez que fui me encantó, miraba todo con ojos de turista. Los perros en las calles, los árboles me llamaban la atención, árboles que no hay acá. Fue bastante lindo ver mi propio país con ojos de turista”.
Esto y mucho más en la conversación que mantuvo Radio Canadá Internacional con Felipe Gómez, un joven chileno-canadiense, solidario, aventurero, músico y con la misión de conectar el arte con la gente en zonas rurales canadienses.
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