En Montreal, Canadá, un grupo de ciudadanos organizó hace algunos meses un grupo llamado Comité por la liberación de Milagro Sala.
Ella es una dirigente indígena argentina de la Organización Barrial Túpac Amaru, en la provincia de Jujuy. Esta es una organización integrante de la Central de los Trabajadores Argentinos (CTA) reconocida por su labor de construcción de miles de viviendas en esa empobrecida provincia al norte de Argentina, limítrofe con Bolivia y Chile.
El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, visitó Argentina el pasado 17 de noviembre. A su encuentro con el presidente argentino Mauricio Macri, Trudeau llevó una carta enviada por el secretario de Amnistía Internacional Canadá, Alex Neve, en la que la organización canadiense le pide a Macri que cumpla con la resolución del Grupo de Trabajo de Naciones Unidas que demanda al gobierno argentino la liberación de Milagro Sala.
En conversación con Radio Canadá Internacional, Amin Ali, miembro de la organización peronista Descamisados en Buenos Aires, explica que Milagro Sala es, efectivamente una prisionera política y que hay un componente de racismo en la serie de acusaciones manufacturadas en su contra por un gobierno provincial encabezado por Gerardo Morales, que con la aquiescencia del gobierno de Macri, controla una provincia en la que se ignora el reclamo de “liberación inmediata” por parte del Grupo de Trabajo sobre Detención Arbitraria de la ONU, un pedido similar por parte de la OEA, además de la jurisprudencia internacional en materia de derechos humanos.
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