Centenas de millones de chinos comenzaron el año nuevo respirando aire altamente contaminado y bajo alertas de alta contaminación.
En el norte de China unas 24 ciudades declararon alerta roja, que es la máxima, el pasado viernes y sábado. Otras 21 ciudades declararon una alerta naranja durante el año nuevo.
La espesa nube de contaminación que cubrió el norte de China el fin de semana se despejó ligeramente el lunes, por lo que se espera que los vuelos en Pekín vuelvan a la normalidad, pero es probable que se trate tan sólo de un breve respiro antes de que el smog regrese en 24 horas.
Los pronósticos meteorológicos del lunes mostraron que el smog volvería a Pekín y a la ciudad de Tianjin a partir del martes. Se espera que persista hasta el jueves en Hebei, la provincia fuertemente industrializada que rodea la capital china, y a las provincias de Henan y Shandong, en un momento de temperaturas heladas en el norte del país.
Las autoridades han emitido alertas contra el smog en todo el norte de China desde mediados de diciembre, lo que ha llevado a que se decrete un recorte o una paralización de la producción en cientos de fábricas, así como a la restricción al tránsito de vehículos con el fin de reducir las emisiones.
Las alertas de la contaminación son comunes en el norte de China, especialmente durante el invierno, cuando la demanda de energía, cubierta en gran parte con la quema de carbón, se dispara.
Un índice de contaminación que mide la concentración media de pequeñas partículas respirables, conocidas como PM 2.5, cayó a poco más de 100 microgramos por metro cúbico en Pekín el lunes desde los más de 500 registrados la noche del domingo.
El nivel recomendado seguro de PM 2.5 es de 10 microgramos por metro cúbico, según la Organización Mundial de la Salud.
Un miembro del personal de servicio a la clientela en el Aeropuerto Internacional de Pekín dijo que los vuelos volvían a la normalidad. El fuerte smog del domingo provocó la cancelación de cientos de vuelos y el cierre de las carreteras.
El lunes, el gobierno de Beijing mantuvo su alerta naranja por una fuerte contaminación y continuó prohibiendo la circulación de los camiones pesados de construcción.
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