El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, sorprendió al efectuar declaraciones sobre el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, diciendo que mantiene una mente abierta respecto al magnate y que espera mantener una relación respetuosa con la futura administración republicana.
Maduro, que preside una de las naciones más enfrentadas a las políticas estadounidenses, había afirmado antes del triunfo electoral de Trump que este era un bandido y un enfermo mental.
El mandatario sudamericano aseguró estar convencido que las políticas que implemente el futuro ocupante de la Casa Blanca no serán más dañinas que las llevadas a cabo por Barack Obama.
En declaraciones a la televisión estatal, Maduro sostuvo que “no va a ser peor que Obama”, en alusión directa a su relación conflictiva con el actual gobierno demócrata en Washington.
Algunos analistas ven el movimiento como un intento de Caracas para distender la situación y buscar establecer una relación más fluida con Trump, que asumirá el viernes 20 de enero.
Durante la campaña electoral, el presidente electo denunció la existencia de “opresión” en Venezuela y acusó a Maduro de arruinar la economía de su país, basada en la explotación petrolera.
Venezuela y Estados Unidos no intercambian embajadores desde 2010 y las acusaciones de interferencia política y violaciones a los derechos humanos han sido constantes entre ambas partes.
El entusiasmo que provocó en América Latina la llegada del primer mandatario negro a la Casa Blanca se desvaneció pronto en Venezuela, donde Maduro acusó a su par estadounidense de intentar una y otra vez voltearlo del poder.
En las últimas semanas, el jefe del Ejecutivo venezolano dijo que el legado de Obama se reduce a los bombardeos constantes en Oriente Medio y a su incapacidad para condenar la remoción de los mandatarios elegidos democráticamente en Brasil, Honduras y Paraguay.
La política que el gobierno Trump implementará hacia Venezuela es aún una incógnita.
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