El ataque perpetrado contra fieles musulmanes reunidos en un centro islámico de la Ciudad de Quebec, el domingo 29 de enero, reavivó en todo el país el debate sobre multiculturalismo, pluralidad e inclusión.

La opinión pública comienza a conocer, poco a poco, más detalles sobre el agresor, un joven universitario quebequense de 27 años de edad, cuyas inclinaciones políticas de derecha parecen haber condicionado su comportamiento.
Algunos de quienes lo conocen sostienen que nunca se sintió a gusto con el cosmopolitismo y que en más de una ocasión expresó sus opiniones desfavorables hacia las minorías.
Sin embargo, nadie parece haber pensado que Alexandre Bissonnette sería capaz de llevar a cabo una matanza.

¿Cuál puede haber sido, entonces, el detonante de una acción tan cobarde y atroz?
Las dificultades para hallar una respuesta no impiden comenzar a sondear argumentos que puedan dar una explicación.
Canadá es un país permeable, al que están llegando ideas de muchas partes del mundo.
Esas ideas son tomadas y sopesadas por cada individuo en base a sus conocimientos, experiencia e información y es posible que algunas personas no cuenten con las herramientas suficientes para hacer una valoración equilibrada de las mismas.

En ese sentido, la situación internacional, enmarcada por la seguidilla de ataques terroristas ocurridos en diversas partes del mundo, el rebrote nacionalista que parece recorrer Europa y el discurso populista instaurado por Donald Trump en la Casa Blanca son un caldo de cultivo para las mentes más afiebradas.
En ese contexto, las expresiones masivas de solidaridad y de repudio hacia la violencia irracional son la mejor vía para reafirmar las convicciones de la sociedad y de los valores que ella privilegia.
Así lo sostiene Luisa Veronis, profesora de la Universidad de Ottawa, experta en cuestiones de inmigración e identidad, en diálogo con Luis Laborda.

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