Es viernes y ya se apunta el fin de semana. Los canadienses hacen sus listas para ir de compras, pero no siempre compran lo que necesitan sino lo que les dicta el impulso.
Esas fracciones de segundo en las que una persona decide o no comprar algo han sido objeto de estudios clínicos y psicológicos. Inclusive se han llegado a desarrollar aromas que incentivarían a las personas a comprar.
Si se fija bien en su alrededor, es posible que encuentre a una persona para quien ir de compras le hace sentir mejor.
Hace algunos años, un estudio reveló que los canadienses gastan cada año unos 3.700 dólares en compras impulsivas. Y las compras lo abarcan todo, desde comida para llevar a casa hasta los últimos artefactos electrónicos.

Sin embargo, esa sensación de bienestar, casi terapéutica, tras la compra de algo nuevo no dura mucho.
En Toronto, Dan Arnold, de la firma Polara, la compañía que llevó a cabo este sondeo, explica que 6 de cada 10 canadienses gastan dinero en lo que se puede llamar compras terapéuticas, lo hacen para sentirse mejor.
Un 55 % de la población compra cosas solamente porque hay una rebaja en los precios, y no porque realmente necesiten lo que están comprando.
Los datos revelan que son los hombres los que más compras hacen impulsivamente. Las grandes tiendas saben también que los hombres son menos dados a recorrer los estantes de mercaderías y por esto colocan los objetos de consumo destinados a los hombres lo más cerca de las entradas y de las cajas registradoras.
Aquella encuesta también reveló que la mitad de las personas que compran por impulso lamentan haberlo hecho tan pronto como han guardado la tarjeta de crédito. En otros casos, los consumidores tienen que prestarse dinero para pagar lo que han comprado por capricho.
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