Fue en junio de 2012 que el presidente estadounidense Barack Obama estableció por decisión ejecutiva lo que se conoce en materia de inmigración como Acción diferida para los llegados en la infancia. En inglés Deferred Action for Childhood Arrivals o DACA, que ofrece una protección temporal contra la expulsión de migrantes no documentados que llegaron Estados Unidos cuando eran niños.
Entre los requerimientos para beneficiarse de esta medida se incluían el haber llegado a Estados Unidos antes de cumplir 16 años, haber residido continuamente en ese país, carecer de estatus legal, seguir estudios en una institución educativa y no haber cometido un delito grave.
Este martes, argumentando que este programa le negaba un puesto de trabajo a cientos de miles de estadounidenses, y que Estados Unidos sencillamente no puede admitir a todas las personas que quieran vivir en ese país, el gobierno de Donald Trump decidió poner fin a ese programa. Esta decisión entrará en vigor el próximo 5 de marzo. Se espera que para entonces el Congreso estadounidense haya llegado a un acuerdo para el establecimiento de una nueva legislación migratoria.
Este programa DACA había protegido de la expulsión a unos 800.000 jóvenes indocumentados, en su mayoría provenientes de América Latina.
Las posiciones en materia de inmigración del bombástico presidente Donald Trump han tenido un efecto directo en Canadá.
En los últimos meses más de 6.000 haitianos que vivían en Estados Unidos llegaron a la frontera canadiense solicitando asilo.
Tras el devastador terremoto en Haití en 2010, Barack Obama concedió el Estatus de Protección Temporal (TPS por sus siglas en inglés) a cerca de 60.000 haitianos que llegaron a Estados Unidos. Desde su creación, ese estatus fue renovado cada 18 meses.

Argumentando que las condiciones en Haití, el país más pobre en América Latina, han mejorado, el Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos recomendó en abril de 2017 al presidente Trump la abolición de ese estatus para enero de 2018, fecha en que fenece.
Fue el temor a ser expulsados de regreso a Haití que empujó a miles de haitianos a pedir refugio en Canadá, poniendo a prueba las posiciones del primer ministro Justin Trudeau, que en enero de 2017 afirmaba que Canadá es un país abierto a los refugiados.
El número de demandantes de asilo escapando los posibles cambios migratorios en Estados Unidos fue tal que inclusive se llegó a convertir el Estadio de Montreal en centro de alojamiento, además de instalarse carpas de acogida junto a la frontera entre Canadá y Estados Unidos.
Ahora, la decisión del gobierno de Trump de abolir el DACA abre la posibilidad que muchos de estos jóvenes que crecieron en Estados Unidos, opten por dirigirse a la frontera canadiense para solicitar asilo.
Para algunos analistas, Canadá debería reconocer que está frente a la oportunidad de recibir en el país a jóvenes que tienen educación, han vivido en América del Norte, conocen una de las lenguas oficiales y necesitan un país seguro donde poder vivir.
La reacción ante la decisión de la administración Trump, comunicada por boca del Fiscal General Jeff Sessions, fue inmediata. Una serie de manifestaciones se produjeron en diversas ciudades estadounidenses.
Para saber más sobre la situación, Radio Canadá Internacional pudo conversar en Los Angeles, California, con Jorge Mario Cabrera, portavoz de la Coalición Pro Derechos Humanos del Inmigrante (CHIRLA), entidad de la sociedad civil fundada en 1986. La misión de CHIRLA es lograr una sociedad justa que incluya a todos los inmigrantes.
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