El joven maestro del ajedrez, el ucraniano-canadiense Anton Kovalyov, es regañado en la Copa del Mundo de Ajedrez en Tbilisi, Georgia, por llevar pantalones cortos.

El joven maestro del ajedrez, el ucraniano-canadiense Anton Kovalyov, es regañado en la Copa del Mundo de Ajedrez en Tbilisi, Georgia, por llevar pantalones cortos.
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El maestro de ajedrez de Canadá tiene derecho a competir en pantalones cortos

En medio del estruendo de los cohetes que van y vienen por los cielos de la Península coreana, en una guerra de posturas, a lo cual se suman los ejercicios militares que se desarrollan desde Brasil hasta Rusia, un conflicto menos alarmante ha llamado la atención de la prensa canadiense: el de los pantalones cortos de un joven maestro canadiense en un torneo mundial de ajedrez.

El editorial del Toronto Star dice a respecto que, según los estándares del ajedrez internacional, la negativa de Anton Kovalyov a cumplir con la regla de no vestirse con pantalones cortos es una trivialidad y que en realidad el ajedrecista canadiense se merece una disculpa de parte de los oficiales que regulan el ajedrez mundial.

Hay una deliciosa ironía en el lamentable tratamiento recibido por el joven gran maestro del ajedrez, el ucraniano-canadiense Anton Kovalyov, en un torneo internacional de ajedrez, dice el editorial del Toronto Star.

Kovalyov se encontraba participando con entusiasmo en la Copa del Mundo de Ajedrez en Tbilisi, Georgia. La comunidad ajedrecista canadiense tenía grandes esperanzas de que el canadiense llegara lejos en el torneo. Pero los organizadores le arruinaron ese plan haciéndole un gran escándalo debido a que no estaba cumpliendo las reglas. Su delito fue usar pantalones cortos en lugar de los pantalones largos obligatorios.

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Ajedrez © IS/Shenki

En reacción, Kovalyov decidió abandonar el torneo, molesto tanto por el regaño paternalista, así como por el ser etiquetado como «gitano», palabra usada en tono ofensivo por un responsable de la organización del evento.

No es difícil imaginar a un maestro de ajedrez comportándose de manera poco convencional. La Federación Mundial de Ajedrez, que organiza el torneo, necesita ponerse al día. Para empezar debería recordar que el tener una conducta extraña ha caracterizado con mucha frecuencia a quienes juegan el ajedrez a su más nivel alto.

Los aficionados han debatido durante mucho tiempo sobre si el ajedrez conduce a la locura a las personas que caen bajo el hechizo de este juego, o que aquellos que se sienten atraídos por el juego ya tienden hacia alguna forma de locura. El escritor austriaco Stefan Zweig incluso pensó que era imposible imaginar que un hombre de inteligencia no se volviera loco después de dedicar su mente durante décadas «al ridículo objetivo de acorralar a un rey de madera en la esquina de un tablero de madera».

De hecho, dice el editorial del Toronto Star, la historia del ajedrez está llena de gloriosos excéntricos. El más famoso, Bobby Fischer, es recordado tanto por su comportamiento cada vez más extraño como por su maestría en el juego. Al final él terminó haciéndose sacar las obturaciones del metal de sus dientes porque temía que la Agencia Central de Inteligencia estadounidense, la CIA, las estaba utilizando para espiarle.

De acuerdo a las normas del ajedrez internacional, la negativa de Kovalyov a cumplir con la regla de llevar puestos pantalones largos es en realidad una nimiedad. Lejos de estar molestos, los oficiales del torneo deberían haber recordado la historia del ajedrez y más bien estar agradecidos de que un excelente ajedrecista canadiense eligiera expresar su temperamento de una manera tan suave. Lo que el joven maestro canadiense del ajedrez se merece es una disculpa y no una amonestación, dice finalmente el editorial del periódico canadiense Toronto Star.

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Categorías: Artes y espectáculos, Internacional
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