«En tanto que líder de facto del gobierno de Myanmar y reconocida defensora de los derechos humanos, usted tiene una obligación moral y política particular de hablar en contra de esta espantosa crueldad y de hacer todo lo posible para detenerla”.
-Justin Trudeau
El primer ministro Justin Trudeau dijo que Aung San Suu Kyi debe condenar públicamente las atrocidades cometidas contra los musulmanes rohingyas en Myanmar, caso contrario su retórica y reputación mundial como defensora de los derechos humanos no significarán nada.
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Suu Kyi, ciudadana canadiense de honor y ganadora del Premio Nobel de la Paz, es criticada por la comunidad internacional por no haber frenado – ni siquiera hablado en contra – de la violencia.
«Es con profunda sorpresa, decepción y consternación que sus compatriotas canadienses han presenciado su continuo silencio ante la brutal opresión del pueblo musulmán Rohingya de Myanmar», escribió Trudeau en una carta a Suu Kyi, líder de facto de Myanmar.
Los poderosos militares de Myanmar son acusados de quemar las casas de los musulmanes rohingyas, obligando a más de 400.000 miembros de la minoría perseguida a huir a la vecina Bangladesh, según las últimas cifras de la ONU.
La carta de Trudeau, destaca los informes de lo que Zeid Ra’ad al-Hussein, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, llamó recientemente «un ejemplo de limpieza étnica de manual «, incluyendo ejecuciones extrajudiciales, quema de pueblos y minas terrestres.
«En tanto que líder de facto del gobierno de Myanmar y reconocida defensora de los derechos humanos, usted tiene una obligación moral y política particular de hablar en contra de esta espantosa crueldad y de hacer todo lo posible para detenerla», escribió.
«Al condenar públicamente la violencia y tomar medidas inmediatas para proteger y defender los derechos de todas las minorías, puede ayudar a guiar al pueblo de Myanmar a superar estas profundas divisiones étnicas».

Respuesta de Aung San Suu Kyi
Casi un mes después del inicio de la crisis de los rohingya, Aung San Suu Kyi se refirió por primera vez este martes al éxodo de más de 400.000 miembros de esta minoría de religión musulmana a Bangladesh.
Y lo hizo con un discurso televisado que los analistas calificaron de «ambiguo», en el que evitó el término «rohingya» y describió siempre como «musulmanes» a esta población que huye de lo que Naciones Unidas calificó como «limpieza étnica de manual».
Tampoco habló sobre sobre las causas o responsables de esta huida y, de hecho, afirmó desconocer los motivos. «Queremos descubrir por qué se está produciendo este éxodo», dijo en su discurso.
Suu Kyi dijo que su país no teme el escrutinio internacional e invitó a diplomáticos a Myanmar, también conocida como Birmania, a visitar algunas áreas por sí mismos.

Aung San Suu Kyi parece encontrar misterioso que más de 400.000 musulmanes Rohingya huyeron de Birmania desde el 25 de agosto. Pero realmente no hay misterio. Hemos estado siguiendo esto todo el tiempo y lo que hemos encontrado es que los militares de Birmania han participado en una campaña de incendios premeditados, asesinatos, saqueos, esencialmente es una limpieza étnica.
– Phil Robertson, Human Rights Watch
Phil Robertson es subdirector de la división Asia de Human Rights Watch. Entrevistado ayer por Helen Mann, conductora del programa de la radio pública, As It Happens, dijo que lo que estaba haciendo Suu Kyi era ni más ni menos que diseminar su propaganda.
La comunidad internacional ha estado pidiendo durante semanas que Aung San Suu Kyi hable. ¿Ahora que lo hizo, qué piensa?
Por desgracia, es una verdadera decepción señala. Porque en lugar de invitar a la misión de investigación que fue establecida por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU en marzo para investigar las violaciones de derechos humanos, lo único que está ofreciendo es una gira propagandística.
”Estamos tratando de encontrar una manera de trabajar con ella. Estamos tratando de encontrar una manera de presionarla para que entienda que ella tiene que levantarse y decir realmente que hay un problema con los militares birmanos y que están cometiendo estas atrocidades. Hasta ahora, ella es parte del problema”.
La hemos oído decir que no ha habido conflictos desde el 5 de septiembre. ¿Cuál es la evidencia que usted ha visto que contradice eso?
“Hemos visto incendios importantes de las aldeas Rohingya desde el 5 de septiembre, incluyendo un número significativo durante la semana pasada.
Human Rights Watch tiene ahora imágenes de satélite de más de 214 aldeas que fueron quemadas y muchas de ellas, como he mencionado, han sido quemadas muy recientemente. Y partes significativas del estado de Rakhine del norte todavía están en llamas”.

El gobierno de Birmania debería centrarse en los problemas que han sido presentados por la comunidad internacional y encontrar maneras de trabajar con la comunidad internacional. En cambio, dice Robertson, estamos recibiendo excusas, retrocesos, estamos recibiendo básicamente falsedades bien envueltas para que parezcan más agradables.
Ella dijo en ese discurso que quería descubrir por qué está sucediendo el éxodo. ¿Tiene alguna duda de que ella tal vez no sepa lo que está pasando? ¿Hay alguna manera de que ella pueda no ser consciente de los hechos en el terreno?
“Lo que es extraño es que ella ha dicho básicamente que quiere que se presenten pruebas, pero cuando ella hace alegaciones, por ejemplo, contra ONGs o agencias de la ONU de que han estado proporcionando comida y otra asistencia a Rohingya, hizo declaraciones diciendo que había sospechas de que el personal local de esas agencias estaba involucrado en el apoyo a la insurgencia, lo cual ha provocado que ahora sea mucho más difícil para los humanitarios operar en cualquier parte del estado de Rakhine”.
La situación es tal que el enfoque real aquí no tendría que estar en ella, sino en los comandantes militares, son las personas clave que están perpetrando estos abusos.
“Por eso hemos pedido sanciones dirigidas contra el ejército birmano y sus comandantes, observar también los diversos conglomerados industriales controlados por los militares de Birmania y, un embargo global de armas para cortar al ejército birmano de sus proveedores en la comunidad militar internacional”.

Además del primer ministro de Canadá fueron muchos otros los políticos e intelectuales que le reclamaron en las últimas semanas a Aung San Suu Kyi que condenara explícitamente el trato de su gobierno a los rohingyas, y cada vez más se voces se suman a aquellas que piden que se le retire el Nobel de la Paz.
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